La verdad disfrazada no es verdad

11/08/2013 - 00:00 José Serrano Belinchón

 
  Tengo por cierto que los españoles de buena ley y de recta conciencia, que aún somos una mayoría, sentimos cierto placer cuando nos llega la noticia de que algo nuestro ocupa un lugar preferente dentro del ranking mundial, sea cual fuere, en esas listas de alcance universal ahora tan a la orden del día; pero he aquí que hoy me he llevado una desilusión al desgranar un titular de prensa en el que la noticia se presentaba con estas escuetas palabras: “Cinco hoteles españoles entre los mejores del mundo”. Es la manera de presentar las cosas cuando se intenta jugar con la verdad, o lo que es lo mismo, proclamar la mentira revestida con un traje que no es el suyo y, desde luego, con intención de engañar al posible lector, o por lo menos de confundirlo.
 
  El titular en cuestión se desplegaba después con la explicación correspondiente, y ahí mi perplejidad al conocer que sí, que cinco de nuestros hoteles están incluidos entre los mejores del mundo, pero no dentro de un conjunto de diez, o de veinte, o de cincuenta, sino de la más que cumplida cantidad de 650, siendo el primero de los nuestros el Villa Padierna Palace, de Marbella, situado en el puesto 274, y partiendo de ahí hasta el final los cuatro restantes. El titular hubiese informado lo mismo diciendo: “Ningún hotel español entre los 270 primeros del mundo”.
 
  La impresión habría sido muy diferente para esa clase de lector que sólo se rige por los titulares, aunque la realidad hubiese sido la misma. Es la agencia de viajes Expedia, una de las más importantes del mundo, la que cada año hace pública su lista particular tomando como base la opinión de millones de viajeros de distintos países, los cuales han llegado a la conclusión de que cinco hoteles mexicanos, nada menos, figuran entre los diez mejores del mundo en el año 2013, ocupando el primer lugar el One & Only Palmilla, de San José del Cabo.
 
   Lo dicho nos lleva a pensar que aunque España es una de las preferencias indiscutibles por parte de los turistas, europeos y japoneses sobre todo, es mucho lo que nos falta para ocupar un puesto destacado entre los mejores servicios hoteleros a escala mundial, si bien es cierto que tenemos muchos y de una calidad innegable gran parte de ellos; pero por lo que nos cuentan, tenemos bastante que aprender para ser realmente competitivos.
 
  Pero volviendo a las formas de presentar el producto -resulta así mismo muy poco elegante, aunque como método publicitario pueda dar excelentes resultados-, creo que no se deben pasar por alto las nuevas maneras de vender a plazos, tan al uso en los anuncios de televisión, en los que se informa de la cantidad a pagar cada mes por parte del comprador, generalmente exigua frente a la aparente calidad de la oferta, ocultando el número de meses que abarca el compromiso. La falta de claridad, el engaño al fin, que tan buenos resultados viene dando a algunos en múltiples y variados quehaceres, es como una nueva versión de la clásica picaresca. Un signo más de los nuevos tiempos.