La vida no vale nada

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

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El comentario
FRANCISCO MURO DE ISCAR / Periodista
No es este lunes 5 de julio un buen día para la historia de los ciudadanos españoles, para la crónica de la libertad y la dignidad de un pueblo. No hay nada que celebrar. Hoy entra en vigor la nueva ley que permite el aborto libre, la muerte de muchos más inocentes. Hemos pasado de despenalizar el aborto a considerarlo “un derecho”. Es realmente una aberración. La sentencia está recurrida ante el Tribunal Constitucional y muchos entendemos que va directamente no sólo contra del espíritu de la Carta Magna sino contra la misma letra. Pero mañana se empezará a aplicar porque el alto órgano no ha decidido suspender su aplicación.
Los datos son estremecedores: desde que en 1985 entrara en vigor la primera ley del aborto, un millón y medio de niños no han tenido la oportunidad de nacer. 60.000 abortos de media al año, aunque ahora las cifras están justo en el doble, 115.812 en 2008, y posiblemente ronde hoy los 135.000 anuales. Cada día 200 abortos durante 25 años. Un negocio que mueve cientos de millones de euros del que se benefician 41 empresarios, muchos de ellos médicos. Una lucha ideológica en la que el interés del no nacido, una persona independiente de su madre, no cuenta para nadie. Un millón y medio de historias en las que hay un perdedor, siempre el niño que no va a nacer; una víctima, la mujer que renuncia a su hijo o se ve obligada a hacerlo, pero que siempre será y se sentirá madre, madre de un niño muerto; muchas secuelas sicológicas; y unos políticos que venden esa medida como “progresista”.
La vida debería ser el valor más progresista para la izquierda, pero sus leyes han hecho más fácil acabar con ella. La vida no vivida de ese millón y medio de niños y niñas nos pasará factura a esta sociedad en la que los métodos anticonceptivos, la legislación y la educación no han servido para reducir al mínimo el número de abortos sino para aumentarlo año tras año. El aborto no ha sido ese “mal menor” que nos han vendido, sino un mal mayor bendecido desde la izquierda y tolerado desde la derecha.
España es el país que menos ayuda presta a las familias para poder tener hijos y educarlos dignamente. En lugar de crear las condiciones para que no haya abortos, para una sexualidad responsable, para que ninguna madre que quiera tener un hijo se vea obligada a renunciar a él, damos todas las facilidades para acabar con ellos antes de que nazcan. La vida deberá ser el valor supremo, el valor intocable, pero este lunes 5 de julio de 2010, la vida vale aún menos que nada. El aborto, un mal terrible para los que lo sufren y para quienes deciden hacerlo o apoyarlo, se ha banalizado. Ahora es un derecho y un próspero negocio. Decididamente, la vida no vale nada.