La volatilidad de las opiniones

02/12/2010 - 00:00 Luis del Val

Se habla mucho de la volatilidad de los mercados, pero para volatilidad pata negra la de las opiniones. Por ejemplo, la gente que compra la deuda emitida por España unos días son malvados especuladores que pretenden hundirnos, y, al otro, se convierte en señores inversionistas, respetables ciudadanos que nos prestan el dinero para que podamos pagar los intereses de la deuda contraída con anterioridad. "Y más de ciento, en horas veinticuatro, pasaron de las musas al teatro", afirmaba Lope de Vega refiriéndose al tiempo que tardaba en escribir una obra. Bueno, pues la ministra Elena Salgado y el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, pueden pasar en veinticuatro horas de enfatizar en que no hace falta un plan "B", porque está funcionando el plan "A" de una manera que casi dan ganas de llorar de alegría, y de proclamar con prosopopeya que no hacen falta más reformas, a presentar un paquete de reformas que lo hace un gobierno conservador y los sindicatos, tan amuermados y desorientados últimamente, se hubieran lanzado como leones hambrientos ante esa supresión de los cuatrocientos eurillos al parado de larga duración, lo que podríamos denominar el parado duracell, que dura y dura y dura. Con su labor de resistencia y "no pasarán" José Luis Rodríguez Zapatero está llevando a cabo, a golpe de teléfono de Bruselas, lo que podríamos llamar el trabajo sucio que tendría que hacer Mariano Rajoy. Esa estrategia numantina ya se ha comprobado que no produce buenos resultados y, lo peor, es que tiene todos los visos de corroborarse en las elecciones autonómicas. La resistencia tiene muy buena Prensa. La mayoría de los pensadores han alabado al que resiste con valentía, pero Peter Babel ya decía que resistir ante un tren no es una prueba de valentía, sino de estupidez.