Lágrimas en Fuentelahiguera

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Cartas al director
ORGANIZACIÓN DE LA CABALGATA CAMPIÑA ALTA Villaseca de Uceda, Casas de Uceda, El Cubillo de Uceda, Viñuelas y Fuentelahiguera
Otro año. Otra vez. Es lo que tiene la noche de Reyes. Pura Magia . Miles de niños abarrotan las calles y plazas de los pueblos y ciudades de esta España nuestra para ver desfilar a la comitiva real. Miradas inocentes de asombro y perplejidad. De padres e hijo, de abuelos y nietos. Gritos y emociones inundan de entusiasmo y calor una noche fría que no quiere languidecer. Mejillas sonrosadas, gorros y bufandas. Sonrisas y vaho.
Y la cabalgata llega. Avanza lenta, casi con parsimonia. Y el silencio se rompe en mil pedazos. El color inunda la oscuridad. Dulces que vuelan sobre las cabezas como mana caído del cielo. Carreras, gritería, júbilo, alborozo. Baltasar es el más aclamado y cautiva con su perenne sonrisa, blanca como la nueve. La chiquillería reclama la atención del Melchor, que saluda con esa ancianidad suya tan galante. Desde lo alto, Gaspar hace un guiño a una niña de hermosos ojos pardos que se abren como luceros. Tantas ilusiones y esperanzas depositadas en esos tres magos de Oriente. Una noche para soñar. Sus Majestades se apean para adorar al Niño Jesús que ha nacido. Y entran en el templo para agasajar y rendir respeto al querubín con sus bienes más preciados. Oro, incienso y mirra. Hombre, dios, Rey. Primero, en Villaseca de Uceda; después, en Casa de Uceda. También en El Cubillo y hasta en Viñuelas. Pero, ¡ay! No pueden hacerlo en Fuentelahiguera. El hechizo de esa noche se disipa como por ensalmo en este pueblo de la Campiña alta. ¿Cómo decirle a un niño que la tozudez del hombre puede más que la ilusión? El párroco no da su brazo a torcer. Se niega en rotundo a que la comitiva cruce el umbral de la casa de Dios y los niños presencien ese encuentro. El ser mortal rendido ante la Divinidad. ¿Qué pecados hay en ello? ¿Profanación? ¿Insulto? ¿Sacrilegio? A pesar de todos, los pequeños tienen sus regalos. Pero la tristeza les embarga. Algo no ha salido bien. El resto de sacerdotes de los municipios colindantes habían accedido a abrir de par en par las puertas de las iglesias para prolongar esa magia. ¿Qué era lo que molestaba al cura de mi pueblo? ¿Por qué en Usanos sí consiente que se haga así y en Fuentelahiguera no? Regresan cabizbajos a sus hogares con la risa maltrecha. Ha vencido la obstinación. Pero nadie podrá arrebatarles la ilusión.