Laicos y católicos
Una de las señas de identidad de los Estados modernos es la línea divisoria que mantiene con cualquier creencia religiosa. A Dios lo que es de Dios y al Estado lo que es del Estado. Naturalmente un Estado moderno y democrático debe de garantizar la libertad de culto, el que cada ciudadano pueda desarrollar sus inquietudes religiosas sin ser perseguido ni estigmatizado.
Precisamente por eso, nuestra Constitución declara que España es un Estado "aconfesional", aunque no olvida que la mayoría de los españoles somos católicos y que por tanto las relaciones con la Iglesia católica tiene un cariz especial. Hasta aquí todos nos podemos poner de acuerdo. Lo sorprendente es que en los últimos tiempos está aflorando un laicismo agresivo contra el catolicismo.
Sinceramente no entiendo tanta beligerancia que tiene síntomas de obsesión, puesto que hace décadas que la Iglesia no marca la agenda social y política de España. Sí, me dirán, que en asuntos como la legislación sobre el aborto la Iglesia ha organizado manifestaciones y se ha declarado en contra, y la respuesta es que no podía ser de otra manera. A la Iglesia no le gusta la ley del aborto y protesta, de la misma manera que a los sindicatos no les gusta la reforma laboral y también se manifiestan, o los agricultores no están de acuerdo con la política agrícola, o a los empresarios que no les den créditos. Pero de ahí no pasa.
Por eso no entiendo ese "movimiento" en contra de la visita del Papa a Barcelona y Santiago de Compostela. Me pregunto qué les importa a los que no son católicos la visita del Papa. Incluso han echado las cuentas de lo que cuesta la visita, algo insólito puesto que hasta ahora no han echado las mismas cuentas cuando nos visita cualquier otro Jefe de Estado.
Verán, a mí me parece que hay un cierto anticlericalismo militante que está un tanto demodé, que resulta decimonónico precisamente porque vivimos en un país aconfesional donde está perfectamente delimitada la línea entre el Estado y la Iglesia. Pero es que, además, en España hay millones de personas que son católicas, ahí están las encuestas para demostrarlo y, por tanto, no sé por qué esa minoría laica, pero con tintes un poco fanáticos, quiere amargar la visita del Papa a quienes son católicos.
Sin duda, la Iglesia ha cometido grandes errores a los largo de la Historia. Sin duda aún no ha hecho lo suficiente para reparar a las víctimas de los abusos sexuales sufridos a manos de sacerdotes. Sin duda la Iglesia debería de modernizarse. Sin duda, en demasiadas ocasiones, la Iglesia oficial ha estado alineada con regímenes políticos dictatoriales. Pero la Iglesia no es sólo la jerarquía eclesiástica. La Iglesia son los millones de personas que en todo el mundo comparten las mismas creencias. Gente como usted y como yo, gente normal. Iglesia también son las misioneras y misioneros que se juegan la vida atendiendo a quienes nada tienen. Iglesia son tantas y tantas personas que porque creen procuran hacer el bien.
¡Ah! también me parece obvio que no se puede explicar nuestra Historia, la de Occidente, sin la herencia judeo-cristiana, y nuestra sociedad es fruto de esa herencia, por eso me parece estúpido intentar borrarla.
Pero a lo que vamos, quienes no son católicos no tienen porque participar de los actos programados para la visita del Papa, pero eso sí, simplemente por respeto democrático a los demás, deberían de permitir que la visita de Benedicto XVI transcurra con tranquilidad. Vamos, digo yo.
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