Las autonomías
Qué tendrá la tierra que tanto apego nos produce a todos.
Qué tendrá el dinero que a todos nos gusta, podríamos decir sin duda, y qué tendrá la tierra que tanto apego nos produce. Hace años, cuando España oficialmente era “una, grande y libre” se celebraba el Día de la Exaltación de la provincia, a los de Huertapelayo, por ejemplo, les molesta que en su carné de identidad ponga nacido en Zaorejas, siendo pedanía que pertenece administrativamente a este término; Marchamalo dejó de ser barrio de Guadalajara para tener identidad propia; en Iriépal, Valdepeñas y Taracena se celebran elecciones a alcalde pedáneo para dar gusto a los vecinos, detalle de Román; cuando una información en Nueva Alcarria utiliza la palabra ‘manchego’, en las redes sociales no falta la crítica y hasta hay formaciones políticas como fue el PRGU o es el Partido Castellanista que defienden lo terruño. Y no hablemos ya de Cataluña y los enfrentamientos en esta región por las banderas, la lengua o los deseos soberanistas, y, menos aún, queremos recordar la violencia que sembró tanta muerte, odio y dolor en el País Vasco, todo ello sin salir de España. En el mundo a lo largo de la historia miles de guerras se han sucedido por cuestiones territoriales.
Lo cierto en todos los casos es que los sentimientos están ahí, todo el mundo siente orgullo del lugar en el que ha nacido y no le gusta pertenecer legalmente a otro ente, nación o como quieran llamarlo. Es algo íntimo y que está en el corazón de las personas con toda legitimidad, aunque pueda extrañar en un mundo globalizado en el que parece que se huye de las fronteras y se habla de integración y convivencia. Pero las cosas son así. Con esto, evidentemente, no queremos justificar las pretensiones de los nacionalismos. En esta tierra somos castellanos y españoles, y a mucha honra. Por una distribución territorial fuimos Castilla-La Nueva, hoy somos Castilla-La Mancha y antaño el reino de Castilla. Pues muy bien. Puede que nuestra cercanía geográfica y la interacción con Madrid en materia sanitaria, educativa o simplemente de ocio, nos haga sentirnos más unidos a esta comunidad que a las otras provincias de nuestra región, como Albacete o Cuenca, donde nada se nos ha perdido. En este caso es una decisión organizativa y política que nos toca menos el corazón. Aun así pertenecemos a una autonomía que ha ido escribiendo su propia historia y debemos sentir una cierta identidad con ella porque son muchas las cosas que nos unen. El 31 de mayo es ocasión para conocerla mejor.