Las cajas son el problema
21/01/2011 - 00:00
En estos momentos, todas las miradas están centradas en la situación de las cajas de ahorro. Los test de stress realizados antes del verano no han servido para tranquilizar a los mercados. Nadie se cree que reflejen la situación real de esas instituciones de crédito, muchas de las cuales están aquejadas de problemas de solvencia. En consecuencia, el proceso de saneamiento y reestructuración del sistema financiero español no sólo no ha terminado, sino que ni siquiera ha comenzado. Las cajas necesitan capital y es muy improbable que lo consigan de inversores privados sin que se produzcan tres condiciones básicas: primera, un afloramiento de sus pérdidas verdaderas; segundo, un cambio en la gestión; y tercero, ligado al anterior, una despolitización radical.
El principal instrumento creado para acometer la reestructuración de las cajas, el FROB, es absolutamente ineficaz para resolver el problema. Es impensable que las cajas que reciban fondos de él sean capaces de devolver el principal y los intereses, al 7,75 por ciento, dentro de cinco años. Esta es una hipótesis de finanzas-ficción, ya que dentro de un lustro, el Gobierno se verá obligado bien a inyectar más dinero público bien a dejar quebrar a un buen número de cajas, lo que crearía una situación de riesgo sistémico explosiva. En otras palabras o se actúa ahora o los costes de salvamento del sistema financiero serán mucho mayores y con consecuencias mucho peores en el futuro próximo.
¿Qué hacer? Obviamente, no da tiempo a privatizar las cajas sin un proceso previo de saneamiento, lo que supone reconocer las pérdidas y limpiar los balances. Ningún inversor privado va a aportar fondos para que eso sea posible. En consecuencia, la única opción es inyectar recursos públicos para fortalecer los ratios de capital y posteriormente venderlas al sector privado. Hasta el momento, el Gobierno y el Banco de España han ido en la dirección contraria: privatizar sin sanear y sin cambiar la gestión, lo que es un error de bulto. Vamos contra el reloj. Si en los próximos meses, los mercados no creen que se han dado pasos irreversibles hacia el saneamiento del sistema financiero, España puede seguir la senda de Grecia, Irlanda y, casi seguro, de Portugal.