Las revelaciones de la crisis

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

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El comentario
Jesús Fernández González / Catedrático de Filosofía
Centrados y concentrados en el discurso sobre la crisis económica, ahora estamos más ocupados y preocupados por el tema de las medidas a tomar para salir de ella. Aquí es donde nosotros situamos las revelaciones de la crisis, lo que nos ha enseñado y descubierto. El panorama moral y social que se esconde detrás de ella. Las verdades de la política económica. Revelar y desvelar todas las mentiras y engaños que encierra el discurso convencional y engañoso en materia económica de los políticos actuales.
La primera gran denuncia que nadie hace consiste en la inmoralidad que supone que una generación como la nuestra viva por encima de sus posibilidad, gastando más de lo que ingresa, a cuenta de las generaciones venideras, hipotecando sus rentas y beneficios. Esto es un robo anticipado de pura temporalidad. Les robamos su tiempo, su esfuerzo, sus condiciones de progreso, su disfrute de la calidad de vida a la que tienen tanto o más derecho que nosotros. La economía productiva, en vez de ser un proceso creativo y expansivo, se convierte en una intervención confiscadora del futuro. No hay más crisis que la visión y explicación antropológica y moral de la actividad en el mundo.
Pero vayamos a la crítica de la conciencia y de la corrupción social que ha dejado al descubierto la crisis y que ha derivado en una verdadera emergencia nacional o alarma comunitaria. Ahora se admiten y aplauden medidas restrictivas y privaciones de gastos o servicios que antes no se hacían. Esto nos introduce en un proceso de engaño y de contradicciones. Si ahora –se dice- podemos y debemos prescindir de funcionarios, de asesores, de gastos suntuosos, de burocracia, significa reconocer que antes tampoco se necesitaban y sin embargo estábamos rodeados de dicho gasto o despilfarro. A eso se llamaba necesidad del servicio que, en realidad, encubría intereses de amiguismo, devolución y pago de favores, de colocación, de satisfacción, de mala gestión. Frente a la economía de los principios hay que proclamar el principio de la economía. Todo aquello que se pueda hacer con menos recursos no hay por qué emplear más para el mismo resultado. La decepción social puede ser muy grande al comprobar, después de la crisis, que la comunidad, el país puede funcionar sin tanto personal, sin tantos departamentos o despachos. Que el sistema financiero mejora con las fusiones bancarias, que el sistema educativo necesita la fusión de las universidades. Cuántas decisiones se toman en economía por razones políticas e, incluso, ideológicas. Pues bien, tomemos decisiones en política, por razones económicas. Como en la ecología o gestión de la naturaleza, en economía también los recursos son escasos e insuficientes y tienen que ser administrados con rigor, igualdad y austeridad. El concepto de economía sostenible es más moral que técnica. La situación actual ha puesto en entredicho el modelo de gestión pública de una izquierda europea frívola e irresponsable que gasta sin límites y recauda sin límites para conservar, según dicen, el Walfare State que ellos han convertido en estado de malestar. Se acabó el Estado de bienestar.