Las tragedias no saben de vacaciones

26/07/2013 - 00:00 Redacción

 
Cuando empezaba a caer el sol y muchos viajeros se disponían a recoger sus equipajes para apearse en la estación de Santiago de Compostela, se pararon sus relojes. La fatídica casualidad quiso que más de dos centenares de personas viajaran, el pasado miércoles, en el Alvia que cubría el trayecto entre Madrid y Ferrol y de las cuales 80 habían perdido ya la vida, al cierre de esta edición. Se trata de una de las peores tragedias ferroviarias que ha vivido nuestro país en las últimas décadas y que venía a sacudir nuestras conciencias abotargadas por el hastío veraniego. Traía a nuestro recuerdo imágenes latentes de otros accidentes, de otras tragedias, en las que Guadalajara también ha llorado. Ayer, de nuevo, nos tocaba un poco más de cerca. Una guardia civil que prestaba sus servicios en Yunquera fallecía entre el amasijo de hierros en el que quedaba convertido el tren tras el brutal impacto.
 
  Los que conocían a Elena dicen que era jovial y amable y que la encantaba su trabajo. Ella no volverá a ponerse el uniforme que pocas horas antes colgaba en la Casa Cuartel yunquerana para disfrutar de unas vacaciones en su tierra natal, en el concello coruñés de Arzúa. La provincia se sumaba al dolor de esa familia pero también al de toda Galicia que vivía el día del Apóstol más convulso de su historia. Minutos de silencio, banderas a media asta, crespones negros y mucha solidaridad volvían a surgir desde las administraciones y la población alcarreña que, como el resto del país, se veía abocada a asumir, según pasaban las horas, la magnitud del descarrilamiento.
 
  Toda España miraba hacía el norte con ojos llorosos. Con la vista puesta en el dolor de las cientos de familias afectadas que se repartían por toda la geografía nacional. Lamentablemente, el verano es así. Entre las notas de color se acostumbra a marcar un día en negro en el calendario. El 20 de agosto de 2008, con el accidente de Spanair o, en Guadalajara la del 17 de julio de 2005 (en la que el fuego acabó con la vida de 11 miembros del retén de Cogolludo) o el 13 de agosto de 2007 (cuando fallecieron cuatro trabajadores de una piscifactoría de Illana).