Lecciones de ética
07/03/2011 - 00:00
Pues sí, ya estamos en plena precampaña electoral y los dirigentes políticos dedican buena parte de sus intervenciones públicas, sobre todo en los mítines de fin de semana, a poner a caldo a los de enfrente.
La verdad es que se echa de menos que en vez de dedicarse a decir frases de titular de periódico no se dediquen a analizar los problemas y sobre todo a ofrecer soluciones. Peor a lo que parece todo consiste en decir que el de enfrente no tiene programa y que lo hace o lo hará fatal en caso de ganar las elecciones.
Pero ni siquiera es esto lo peor de esta campaña electoral, sino el hecho de que en las listas de los dos grandes partidos haya políticos sobre cuyas cabezas planea la sombra de corrupción. Hay candidatos a alcaldes, o candidatos a presidentes autonómicos, que están en los juzgados. Y al tiempo que esto sucede a los responsables de los dos grandes partidos se les llena la boca de acusaciones sobre los otros.
Que Francisco Camps sea candidato a volver a presidir la Comunidad Valenciana es un demérito para el PP y para Rajoy. Cada vez que Javier Arenas o el mismo Rajoy se dedican a afear la conducta de los socialistas por el escándalo de los "eres" en Andalucía, alguien les recuerda lo evidente: ustedes no pueden tirar la primera piedra porque tienen su casa sin barrer. Lo mismo les sucede a los socialistas cuando arremeten contra Camps.
Ahí está el escandalazo del Ayuntamiento de Benidorm, o el de otros, en que los alcaldes están bajo sospechas, por no referirme otra vez a los "eres" e Andalucía.
En fin que no están ninguno de los dos partidos en buenas condiciones para dar clases de ética al otro porque no han sido capaces de apartar de sus filas, aunque sea temporalmente hasta que dictamine la Justicia, a quienes tienen asuntos pendientes en los tribunales.
Lo peor es que esa manga ancha para quienes están acusados de corrupción, va en detrimento de los miles de militantes y candidatos tanto socialistas como populares, como de cualquier otro partido, que son honrados y que se están dejando la piel trabajando por el bien de la comunidad.
La política es una profesión donde abundan las personas de bien cuya vocación es el servicio público, pero desgraciadamente los hechos aislados de corrupción terminan empantanando el buen nombre de los partidos. Por eso no se comprende que Zapatero y Rajoy en este caso no hayan dado un paso al frente pidiendo a los "aparatos" de sus partidos que elaboren listas electorales donde no quepa nadie sobre el que sobrevuele la más mínima duda. Es una oportunidad perdida