Legalidad tardía

19/03/2011 - 18:29 Charo Zarzalejos

 
Después de mucho clamar, la comunidad internacional ha llegado al acuerdo necesario para intervenir en Libia. La resolución de Naciones Unidas está redactada en términos no cerrados de manera que la interpretación de la misma no es unívoca. Descartada, en palabras de Obama, cualquier intervención sobre el terreno, será la exclusión aérea la fórmula para hacer frente a Gadafi.Afortunadamente atrás han quedado las decisiones unilaterales o la tentación de caer en la que se llamó "coalición de voluntarios". La multilateridad es ya un principio de derecho internacional que vistas algunas experiencias ya no hay país en el mundo civilizado que ose saltárselo. En el caso que nos ocupa se ha seguido de manera escrupulosa la actual legalidad internacional de manera que la intervención en Libia cuenta con todas las bendiciones. Hay acuerdo bastante en Europa. Estados Unidos, muy escarmentado, acepta su liderazgo pero huye, como es lógico, de la soledad y el Consejo de Seguridad apoya con mayoría suficiente pero no entusiasta la inmediata intervención en la ya maltrecha situación de miles y miles de libios. Esta legalidad escrupulosa es lo que ha le ha dado a Zapatero la seguridad suficiente para salir a la opinión pública y ser él mismo quien anunciara no sólo el acuerdo de España en la resolución adoptada sino la disposición de nuestro país a intervenir activamente. Lo hace sin sentir contradicción alguna consigo mismo. La ONU es el colchón necesario_y realmente lo es_para que la guerra parezca menos guerra. Ahora que la comunidad internacional ha salido de su ensimismamiento y ha encontrado el acuerdo bastante, no estaría de más ir poniendo las bases sobre la actual legalidad internacional. Sin normas, sin controles, sin decisiones compartidas el mundo podría convertirse en una selva, de ahí que para el buen gobierno mundial sea necesario un cuerpo legal que de cobertura a las decisiones que en todos los ámbitos se puedan tomar. Una vez visto lo visto con Libia, a donde se llega tarde, demasiado tarde, habría que pensar sobre procedimientos más ágiles y, lo que es más importante, quienes deben tomar las decisiones. La ONU ha sido un gran invento pero para que sea percibida como una institución eficaz, veladora de principios y valores y coherente con estos principios y valores debería ser capaz de afrontar su necesaria reforma y no admitir, por ejemplo, que regímenes claramente dictatoriales puedan tomar decisiones en pie de igualdad con las democracias. No pueden merecer la misma consideración demócratas y dictadores. Mientras el Consejo de Seguridad se reunía y no se reunía, Gadafi ha acabado de masacrar a su gente de manera que para cuando se acuda a la exclusión del espacio aéreo no habrá nada que excluir. Los mandatarios europeos aparecen ante sus respectivas opiniones públicas mostrando su satisfacción por el cumplimiento de la legalidad internacional pero todavía nadie nos ha contado el por qué de tanta tardanza, de tanta duda. Nadie nos da razones para que nos podamos explicar cómo es posible que ante nuestros ojos se hayan cometido atrocidades sin que nuestras democracias se hayan conmovido. Europa, la ONU, el Consejo de Seguridad tendrán que explicarnos que hicieron ante el llamamiento angustiado de los ciudadanos de Libia que laminados por Gadafi ya ni nos llaman. Bienvenida la necesaria legalidad internacional, pero autocomplacencias, ni una.