Libertad condicional

23/05/2016 - 20:08 Jesús Fernández

En la vida humana lo que no sea libertad en la reciprocidad es sometimiento obligado.

En la vida humana, tanto individual como social, lo que no sea libertad en la reciprocidad es sometimiento obligado, extorsión y opresión. Hemos dicho otras veces que la democracia es una gran estafa y engaño si no se cuenta y opera con los valores de justicia, igualdad, transparencia, dignidad y libertad de las personas, de la instituciones  y de las organizaciones. Estas últimas tienen su fuerza coercitiva ante la cual, los individuos se sienten impotentes y están desarmados y sin recursos. Extorsión en vez de democracia. Este sería un diagnóstico muy grave de nuestra situación política. Los gobiernos, los  partidos y los sindicatos han hecho mucho daño a la democracia y a la transparencia. Hay mucho miedo a hablar por represiones, por venganzas.
    Ninguna democracia aguanta durante mucho tiempo tanta extorsión procedente de la situación y de la realidad expresada en “esto es lo que hay”. Paralelamente, ningún engaño o extorsión dura mucho en la democracia. Los hechos, decía Kant, nunca son una fuente pura de razón y mucho menos de moralidad. Frente a esa imposición o dictadura de la realidad, siempre hay una rebelión que puede ser al principio silenciosa pero que, más o menos tarde, aflora en la población. Los partidos de hoy buscan esa mayoría en silencio, proporcionando una ocasión o instrumento para que hablen. ¿Quién se atreve a reaccionar?  La libertad oculta es mayor que la libertad expresa pero necesita ser expresada. Igual que  hemos habilitado el concepto  de economía sumergida para entender muchos procesos, tenemos que referirnos también a la realidad de la democracia sumergida.  
    La democracia no puede ser amparo y paraguas para la existencia y aprovechamiento de intereses o beneficios particulares. Tanto la libertad individual como la ley general deben ser transparentes y universales. La libertad de expresión  no se vende y el silencio no se compra. Muchos hacen negocio con ellas. En los sistemas democráticos no puede haber ninguna extorsión o amenaza y queremos una democracia libre de todas sus expresiones. La extorsión no forma parte de la democracia. Muchas vinculaciones o condiciones son una forma de ella y la someten a un sufrimiento y desgaste. El engaño masivo a  los ciudadanos  es una gran extorsión moral. Las mentiras abundan por doquier y se superponen intereses ocultos bajo la apariencia de solidaridad y se tiene la sensación de que todo es un fraude organizado.  Al contrario de lo que sucede en los Estados totalitarios, la insatisfacción de los ciudadanos en un régimen democrático sólo se recupera mediante una transferencia moral del Estado. La libertad  pública no es siempre ni coincide con la  libertad publicada. En vez de libertad condicional tenemos que vivir en una libertad condicionada únicamente por la libertad de todos los demás.