Libertad de prensa
Las amenazas y la intimidación ejercidas por el jefe de gabinete de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso,a determinados periodistas que no son de su agrado, así como la burda manipulación informativa para desacreditarlos, deben ser la línea que nadie, nadie debería aceptar que se cruce.
Hay quien piensa que nuestros derechos y libertades, los que definen nuestro sistema democrático, no son más que un adorno del texto constitucional, el ornamento que le da lustre. Esos principios liberales son, sin embargo, los cimientos sobre los que se construyó todo el entramado de la Constitución de 1978, la base del edificio, de cuya fortaleza depende que la casa que nos alberga se mantenga en pie. No está de más recordarlo porque en mitad de la trifulca política diaria, en mitad de esa estrategia común de elevar la tensión para desgastar al rival y convertirlo en enemigo, en medio de esa batalla es básico su respeto. La libertad de prensa, la libertad de opinión y la libertad de información son tres de esos pilares que debieran ser incuestionables. La calidad de nuestra democracia resulta de cómo se apliquen y defiendan.
Por ello, las amenazas y la intimidación ejercidas por el jefe de gabinete de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, el inefable Miguel Ángel Rodríguez, a determinados periodistas que no son de su agrado, así como la burda manipulación informativa para desacreditarlos, deben ser la línea que nadie, nadie debería aceptar que se cruce. Por mucha afinidad ideológica, por mucha paja que podamos ver en el ojo ajeno, ningún demócrata puede consentir coacciones a la prensa. Esta misma semana ha sido noticia que Xavier Colás, corresponsal de El Mundo en Moscú, ha sido expulsado de Rusia por cumplir su trabajo, que es informar y contar lo que pasa. Rusia es una dictadura, un régimen de terror al que, como se ha llegado lentamente, a veces se trata con condescendencia, cuando no aprobación. Lo hacen la extrema derecha y la extrema izquierda, quienes quisieran imitar a Putin. La libertad de prensa en Rusia murió hace tiempo, como aquella rana, contaba el propio Colás, que fue hervida poco a poco. Al principio el agua estaba fría y no se notaba, pero se tornó templada al comenzar los cierres de medios, las amenazas, las persecuciones. Cuando se quisieron dar cuenta, se habían escaldado. Aquí estamos lejos, muy lejos, de ello. Pero no debemos bajar la guardia.
No es de recibo que el presidente del Gobierno hable de la “fachoesfera” para referirse a los medios que no puede controlar. Tampoco lo es que Sánchez y Feijoo restrinjan sus entrevistas a medios que no son dóciles, o que algunos partidos, léase los más extremos, nieguen el acceso a sus ruedas de prensa a medios que ellos ven como hostiles. Es difícil informar, es difícil opinar, y nunca faltarán quienes quisieran acallar las voces críticas. Por fortuna, pondremos todo nuestro empeño, no lo van a conseguir.