Lo excepcional como normal

01/12/2012 - 00:00 Pedro Villaverde Embid


 
  Dicen algunos edores que es bueno de tarde en tarde dar un cachete al educado por el efecto impactante que le causa al ser consciente de que ha obrado mal. En cambio si este castigo se convierte en hábito pierde su fuerza como elemento corrector de la conducta. Con las protestas, creemos, pasa algo así. Dos huelgas generales en seis meses, concentraciones y movilizaciones todos los días, presencia policial por numerosos rincones. Mucho ruido, ningún resultado y al final lo que debiera ser excepcional se convierte en habitual y mucha gente hasta pasa de largo sin ni siquiera mostrar curiosidad. Es el escenario que contemplamos habitualmente cuando salimos a hacer una gestión o a pasear. Ni nos impacta. La Otra Guadalajara dando la cencerrada a las administraciones por el incumplimiento en los plazos y el proyecto del Parador de Molina; los trabajadores de las ambulancias de Transaltozano encerrados por las nóminas que se les adeuda, que puede servir como botón de muestra de muchas empresas; los exempleados de otra conocida sociedad enfadados porque no cobran después de que ésta haya conseguido salir de un concurso de acreedores; el mundo de la abogacía y la judicatura de uñas por la nueva ley de tasas judiciales, son ejemplos de lo visto en los últimos días. La crispación y el malestar crecen y se expresan de la única manera que le queda al ciudadano, dando voces en la calle para que todos lo oigan. No deja de ser un desahogo y poco más.
 
  La situación, por su parte, sigue empeorando. FCC Logística ha anunciado un ERE extintivo que lleva a 154 trabajadores al paro en Guadalajara. Telemadrid anuncia el despido de cerca de 800 trabajadores, mientras la CNC, una televisión con dos periodistas empleados, cierra en nuestra ciudad. Las autoridades, empezando por Rajoy esta semana, y también las locales en la cena del pasado sábado de la CEOE-Cepyme, reconocen la gravedad de lo que vivimos y la dificultad en salir de ello, aunque invitan a la esperanza, a la confianza en la propia valía, a esperar con optimismo los resultados beneficiosos de tanto recorte y sacrificio. Son tiempos extraños en los que algunos nos levantamos una mañana optimistas y a la siguiente con desazón y en que no sabemos ni contestar al protocolario qué tal.