Lo hay que hacer

06/10/2011 - 00:00 Francisco Muro de Íscar

 

  No se si es posible pedir a los políticos que eleven un punto el nivel de sus propuestas y de sus discursos o vamos a seguir igual hasta las elecciones y, lo que sería aún peor, después. No sólo el nivel, sino los objetivos. Jugar al cortoplacismo, a buscar el titular del próximo telediario, aunque para ello haya que proponer hoy una cosa y mañana la contraria, es una apuesta que conduce a la derrota aunque produzca apariencias de éxito. O de caos. "Bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad" decía Tierno Galván. En el caos es donde mejor se mueven algunos políticos. "Vivir bien, decía el filósofo Rafael Argullol, es conseguir que el mañana tenga envidia del hoy".

  Por primera vez posiblemente desde la guerra civil española o incluso antes, la generación más joven va a vivir mañana peor que la de sus padres. Ellos tendrán envidia del ayer y eso es lo peor que puede suceder en una sociedad que cambia aceleradamente para mejor. Hay informes internacionales que anuncian que España entrará en recesión en 2012, descartando cualquier "efecto electoral". Y existe el convencimiento social de que la situación va a empeorar. No parece que la confianza en los políticos vaya a mejorar porque sí y menos por las promesas electorales, salvo que se busquen otras vías, se asuman otras responsabilidades y, sobre todo, se cambie el discurso.

  Hay que pasar de lo que conviene o sería deseable a lo que es posible, justo e imprescindible. No se pueden exigir esfuerzos a los ciudadanos cuando las Administraciones no son capaces de recortar sus gastos. Así que los partidos deberían firmar ante notario -éstos pactos sí, y no otros- sus compromisos en los temas en los que nos jugamos de verdad el futuro: creación de empleo, pensiones, reforma del sistema financiero, del sistema educativo, de la sanidad y de la justicia, modelo territorial, política energética y, sobre todo, lucha contra el fraude.

   Porque mientras unos hablan de subir los impuestos y otros hasta de bajarlos, casi ninguno le ha metido mano -ni los sindicatos protestan- al fraude que hace que los que más tienen paguen menos que los que sólo cobran una nómina, que la economía sumergida crezca sin problemas y que haya unos pocos empresarios que viven al amparo de políticos y unos pocos políticos que se lucran al lado de empresarios sin que caiga sobre ellos inmediatamente ni la inspección de Hacienda ni la Justicia. Argullol dice también que "colectivamente vivimos en una sociedad en la que la gente prefiere mil veces estar en la grada juzgando que estar en la arena actuando". También hay que cambiar eso.