Lo que pasa de verdad
03/12/2010 - 00:00
A la vista de lo ya publicado de los informes secretos de Wikileaks, puede decirse que su importancia es histórica, pues por primera vez se sabe lo que de verdad pasa, lo que de verdad se piensa en la política mundial, sin las deformadoras edulcoraciones de las versiones y de las declaraciones oficiales. Por ejemplo, aunque muchos nos lo imaginábamos, con la información que hasta ahora poseíamos, ahora vemos con nitidez y con pruebas lo que viene sucediendo en el interior del PP, sobre todo a raíz de su derrota electoral de marzo de 2004. José María Aznar nunca dejó al partido y a su sucesor Rajoy que se desarrollasen a su libre aire. Y confirmamos las ansias del ex presidente por mantenerse a la espera de una situación que justifique su brusco regreso a la política nacional, es decir, a la presidencia efectiva del partido de la derecha. De paso, confirmamos los enfrentamientos fratricidas entre los más altos personajes de ese partido y sus verdaderas ambiciones políticas. Los altos funcionarios del Departamento de Estado hablan con absoluta claridad.
Por otro lado, las reacciones a las revelaciones sobre los intentos de presionar al máximo a las autoridades españolas desde la capital americana son las esperables. La izquierda, legítimamente indignada por los visos de cesiones de ministros y altos fiscales españoles y exigiendo responsabilidades a todos los afectados. Y los afectados, tratando de disminuir la trascendencia y el valor de las gruesas filtraciones. Lo más conmovedor es la reacción airada y llena de razón de los familiares de José Couso, el cámara asesinado el 8 de abril de 2003 en Bagdad. Las explicaciones que se nos deben desde el Gobierno español, la fiscalía general del Estado y la de la Audiencia Nacional, entre otras, no pueden demorarse ni un minuto más, por mucho que esta vez asistamos a un interesadísimo silencio de la oposición del PP. Nuestro Gobierno tiene que ser independiente y soberano tanto en esas cuestiones, como en las últimas amenazas de Marruecos o cualesquiera otros extremos que afecten a nuestra dignidad.