Los controladores no hacen bueno a Zapatero
06/12/2010 - 00:00
El sabotaje contra los ciudadanos de los controladores aéreos se vuelve como un boomerang que va a golpearles en plena cara y no sólo a ellos y a sus privilegios sino a toda bula sindicalista que parecía pretender -ahí están los ejemplos del Metro o los piquetes intimidatorios- inmunidad por conculcar las leyes y pisotear los derechos de los demás.
Los controladores ni tenían razón ni pueden entenderse sus privilegios en una situación de drama de paro ni ahora pueden agarrarse al victimismo después de haber sido ello los agresores. Porque lo suyo ha sobrepasado todas las líneas rojas de irresponsabilidad, de prepotencia, de chulería, de mendacidad, de insensatez y ha entrado de hoz y coz en el chantaje, en la violación de todos los códigos, en la conculcación de las leyes, en suma en lo delictivo. Serán y deberán ser en última instancia los tribunales quienes juzguen sus actos que bajo ningún concepto pueden quedar impunes. El daño causado, consciente, alevosamente, premeditadamente a los ciudadanos, a la economía, a la imagen, al prestigio y en suma a la Nación, a España, ha sido incalculable y deberán rendir cuentas por ello.
Ellos son los responsables. Primeros y esenciales. Por ello en la adopción de las medidas tomadas no queda otra, no cabe, que estar con el Gobierno. Apoyarlo, exigirle firmeza, demandarle mano firma y llegar hasta el final en depurar cuantas responsabilidades se deriven.
Pero dicho esto y reiterado como esencial y definitivo, el Gobierno también tiene las suyas. Políticas de imprevisión, de, en resumen, haber colocado a los españoles entre el fuego de ese colectivo y la sartén de su incapacidad de prevenir y atajar o al menos limitar y paliar el daño.
Porque hay responsabilidad del ministro de Fomento, ese presunto cerebro ignoto que se presume mago y al que le estallan todas las ollas, y no por intentar eliminar los privilegios sino por alardear de haberlo hecho y de haber llegado a acuerdos, por dar por resuelto un asunto que le ha estallado en las narices, por no tomar las precauciones, por hacernos pagar a todos su fracaso en prevenir la reacción producida. Que era previsible, que llevaba meses larvándose y que tenía continuos precedentes. El señor Blanco también tiene sus cuentas que rendir ante los españoles y cierto, la culpa la tienen los controladores, pero no le exime a él de las suyas. Los pecados de los controladores no hacen bueno al Gobierno. Como al revés, los errores gubernamentales jamás pueden justificar la insensatez inaudita de los controladores. Y todo ello con Rubalcaba actuando de presidente y el presidente trasconejado. Que dice don Alfredo que no es así pero así es la manera que no podemos por menos de percibir los ciudadanos ante la ausencia clamorosa del titular. Zapatero también nos debe explicaciones . Aunque prepárense, cuando asome, a que nos salga el "sietemachos".
Que para nada se compadece ni cuadra con su persona y su gobierno de arritmia continua que cada tanto deriva en infartos, que va de sincope en sincope, que toma medidas siempre tardías, a las que se negaba con obstinada contumacia y que se ve forzado a tomar cuando ya los daños son irreversibles. Así este viernes, junto al decreto aéreo que estallo la mima enterrada, decidía a golpe de pánico otro paquete de medidas: por fin, respiro a las Pymes, vender lo que queda de las joyas de "mamá" (AENA y Lotería) , ponerle plazo y hacer de una vez la reforma de pensiones, entendibles y posiblemente insoslayables. Y junto a ellas una decisión atroz y de terribles consecuencias para los más desfavorecidos, eliminar los 426 a los parados con el subsidio agotado. Lo hace al igual que en mayo, tras haber negado hasta el minuto anterior la necesidad de hacerlo y cuando ya todo le desborda y fuerza superiores le obligan a tomarlas. Lo hace igual que hace todo y logrando a la postre deshacerlo todo. Y entre ese todo a su propio partido donde las encuestas, ¡más de 18 puntos abajo! cantan una catástrofe electoral de proporciones telúricas para el PSOE.