Los duendes
20/01/2011 - 00:00
Los duendes parecen haberse colado en las largas y al parecer farragosas negociaciones sobre las pensiones y jubilación. Desde hace varios días, sindicatos y Gobierno buscan un acuerdo partiendo de posiciones bien distintas. Durante estas jornadas y las que vendrán, ambas partes miden sus fuerzas, calculan la tensión que puede soportar el otro, miran diccionarios para encontrar esa palabra que les permita pasar al siguiente párrafo. Y así están, buscando ese acuerdo que desean porque ambas partes lo necesitan.
Hasta el miércoles todo parecía transcurrir con la normalidad razonable de este tipo de encuentros. Bien es verdad que se ha dado poca información, pero no habían surgido extravagancias hasta que ese mismo día _hace cuarenta y ocho horas_ a alguien se le ocurre lanzar la idea de que, nada menos, que Garoña entraba en la liza de las negociaciones.
La central de Garoña, según decisión del Gobierno, se cerrará en 2013. Para paliar el desastre que a efectos de empleo esta decisión conlleva en una zona que en gran medida su economía ha girado en torno a la central, el Gobierno ideó lo que se denomina "el Plan Garoña", consistente en inversiones e incentivos para eventuales inversores dispuestos a montar allí sus negocios. Ni que decir que ni hay dinero para ese plan prometido y nada apunta que vaya a haber bofetadas por invertir ni en Garoña ni en ningún sitio. El cierre de Garoña se lleva por delante mil empleos directos y casi quinientos indirectos..
Cuando el miércoles por la tarde se dijo que el no cierre de Garoña podría formar parte de las negociaciones para que los sindicatos dieran el visto bueno a la jubilación a los 67 años, estos montaron en cólera. No daban crédito hasta el punto de que Fernández Toxo ha llegado a verbalizar su sospecha o temor de que haya alguien en el Gobierno no interesado en el acuerdo. Los duendes se colaron en la negociación y todo se llenó de confusión y desorden. ¿Fue un despiste hablar de Garoña?. Sospecho que no, que no fue despiste. A lo sumo una ocurrencia a modo de termómetro, un anzuelo para calcular la reacción teniendo la certeza previa de que los sindicatos, en ningún caso, se iban a levantar de la mesa.
En política los duendes no existen. Existen las manos largas, los ocurrentes, pero no los duendes, de manera que a partir de ahora y a medida que se agote el tiempo no hay que descartar nuevas sorpresas, más despistes. Gobierno y sindicatos necesitan el acuerdo. Lo razonable es que lo haya y hay tiempo para ello. El día 28 el Consejo de Ministros aprueba el anteproyecto de ley y luego queda todo el recorrido parlamentario. El tiempo, pues no se agota en esta semana. Lo malo de esta ocurrencia de Garoña, de este anzuelo es que los mil afectados por la decisión del Gobierno se habían hecho la ilusión de que efectivamente fuera cierto; es decir que el Gobierno había rectificado y los sindicatos habían conseguido salvar toda una zona ahora con los días contados
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