Los frutos de aquellas semillas
Volviendo la vista atrás nos daremos cuenta de que los “nuevos ideólogos” han venido sembrando determinadas semillas que germinaron y han dado sus frutos.
Como es sabido, la irresponsabilidad de algunos (particularmente, jóvenes) está facilitando la expansión de esta pandemia. Celebrar fiestas o botellones, sin usar mascarilla y sin respetar las normas de seguridad, es algo frecuente entre muchos jóvenes. Lo hacen por varias razones, pero la principal es porque creen que ellos son inmunes al coronavirus, lo que es un grave error. Los jóvenes se contagian como las personas mayores, algunos enferman como ellos y también mueren o quedan marcados de por vida. Los hechos están ahí y al que le toca, le toca. Pero, además de esta razón principal, hay otras razones por las que no respetan las normas. Veamos algunas.
Volviendo la vista atrás nos daremos cuenta de que los “nuevos ideólogos” han venido sembrando determinadas semillas que germinaron y han dado sus frutos. Es muy cierto que “de lo que se siembra se recoge”, y esto es lo que ha pasado. Se ha sembrado una falsa concepción de la libertad, ya que se enseñó a ejercerla sin responsabilidad y como si los padres fueran unos simples colegas, a los que no era preciso rendir cuentas. Incluso algunos padres, quizá sin percatarse de lo que había detrás, colaboraron en la propagación de esta errónea concepción de la libertad.
Otra de las razones por las que no se respetan las normas es porque se sembró la semilla del “Todo vale”… Si no existen barreras, si todo está permitido, es lógico que muchos jóvenes muestren la más absoluta indiferencia hacia las normas que tratan de evitar el contagio por coronavirus. Hacen lo que se les enseñó de niños. La semilla del “Todo vale” está dando sus frutos más amargos: no hay nada que respetar, si siquiera la propia vida.
No se han sembrado las semillas del respeto a los mayores, sino que más bien se sembraron ideas que cuestionaban el principio de autoridad. Se pretendió combatir el autoritarismo, y se cayó en un mal mucho mayor: la más absoluta permisividad. No se quiso buscar el justo término medio entre autoridad y libertad, por lo que se cayó en el libertinaje. Ante esto, ¿cómo nuestros jóvenes van a respetar ahora la salud o la vida de los mayores?
Tampoco se sembraron semillas que diesen frutos para ayudar a las familias, sino todo lo contrario. Las nuevas ideas y leyes sobre la familia han venido favoreciendo las separaciones matrimoniales (recordemos el “divorcio exprés”), lo que deja muchas veces amargas e inolvidables secuelas en los hijos. Y el dolor de esas secuelas les lleva a la rebeldía, a la intolerancia y a la falta de respeto hacia unas normas que tratan de imponerles, aunque esas normas sean para proteger sus vidas o las de los demás.
Otras peligrosas semillas que los “nuevos ideólogos” vienen sembrando desde hace tiempo son las de la “desnaturalización”. La siembra de tales semillas da sentido a estas palabras de Alexander Solzhenitsyn, autor de la famosa obra “Archipiélago Gulag”: “Se están alterando las bases de la naturaleza humana, esto es, se está desnaturalizando la propia naturaleza del ser humano”… Se viene inculcando en niños, adolescentes y jóvenes que vean como algo “normal” y “natural” lo que en realidad es “anormal” y “antinatural”. Cuando esto ocurre, cuando se ha enseñado a ir contra la mismísima naturaleza, ¿cómo no se va a ir contra todo lo demás, incluidas las normas?
Cuando escribo estas líneas se habla de que se va a sancionar a quienes no respeten las normas para evitar contagios. Es justo que se haga así. Pero, por lo que respecta a los jóvenes, no sería necesario si les hubieran educado en el respeto a las normas, en lugar de hacerlo en el respeto al “todo vale”. Cada multa que ahora se les imponga será un claro reconocimiento de que algo importante viene fallando en nuestro sistema educativo.
Por último, es necesario recordarle a esos jóvenes que acuden a fiestas y botellones, sin ninguna medida de protección, que están arriesgando su salud y su vida. Es necesario decirles que hay jóvenes contagiados por el coronavirus y que algunos mueren. Pero también hay que recordarles que están poniendo en peligro la vida de sus padres y, lo que es más imprudente, la vida de sus abuelos, al ser personas de alto riesgo. Por todo esto, deberían hacer un pequeño sacrificio y no acudir a esas fiestas ni a los botellones. Deberían pensar que tienen toda una vida por delante para divertirse, claro está, si ahora saben cuidarla y protegerla del coronavirus.