Los mártires del 11 S

09/09/2011 - 00:00 Pedro Calvo Hernando

 

Diez años después de aquel trágico 11 de septiembre me parece que es momento oportuno de mirar cómo es el mundo hoy y cómo lo ha venido siendo desde el 11-S, más que insistir hasta el aburrimiento en el recuerdo de aquellos acontecimientos. El mundo de hoy es menos seguro de lo que lo era antes de aquella fecha y así ha venido siendo desde entonces. La respuesta norteamericana fue tan brutal y sanguinaria que no podía producir otros efectos que los que produjo, como la división de Occidente, la desestabilización del planeta y la marcha atrás en la búsqueda de la paz universal.

  Se declaró la guerra a un enemigo sin identificación y sin territorio, se violó la legalidad internacional y el sistema de Naciones Unidas, se instaló la arbitrariedad, la tortura y la guerra ilegítima como normas de comportamiento del país más poderoso y de los que le siguieron en esa aventura. Se fue al garete la perspectiva del avance global hacia un mundo mejor, más justo y más cercano al alcance del sueño de un Gobierno democrático mundial que abriese el camino a la igualdad entre los hombres. Cuando llegó al poder Barack Obama el desastre estaba culminado y, pese a su carisma y buena voluntad, pronto se demostró que el daño necesitaría muchos años para encontrarle los remedios eficaces.

  Ni siquiera pudo cerrar Guantánamo, ese estandarte de la gobernanza canalla, criminal y antidemocrática que tanto había animado a los asesinos de las Torres Gemelas a proseguir sus hazañas terroristas, como enseguida sufrimos en Madrid, Londres y otros lugares. Y vino también la crisis económica, que mordió a Europa y América en su desprotegida yugular, debilitadas y divididas, lejos ya del sueño de los padres fundadores, perfectamente preparadas para entrar de lleno en el caos alimentado a fondo por la irracional política inaugurada tras el 11-S. Los mártires de aquel día habrían merecido y merecen otros gobernantes y otras estructuras supranacionales capaces de cambiar un mundo ya inservible diez años atrás, pero mucho más inservible en el décimo aniversario.