Los mitines

25/06/2016 - 12:58 Luis Monje Ciruelo

Ahora que termina la segunda campaña electoral voy a desahogarme un poco del malestar que me provocan los políticos con sus dimes y diretes.

Ahora que termina la segunda campaña electoral y quizá tengamos que empezar a pensar en una tercera, voy a desahogarme un poco del malestar  que me provocan los políticos con sus dimes y diretes en entrevistas, declaraciones, mítines, debates y demás morralla presuntamente cultural, imprescindible, al parecer, para que los políticos sigan pensando que son el ombligo del mundo. Podemos, claro que sí, saltarnos cómodamente toda esa morralla del postureo televisivo, (para eso tenemos un mando), y es lo que yo he hecho, y nadie ha protestado en casa. Otra cosa es que pretenda no dejar  ver un partido de la Selección o del Real Madrid. Pero quiero añadir que hace años que no voy a un mitin de partido, tal vez por reacción  a los años en que tenía que ir a todos. Y aquí es el momento de recordar una vez más otra vez el mitin que organizó Falange en el Coliseo Luengo a primeros de abril de 1978, y del que yo, como de todos, hice la reseña para Nueva Alcarria y ABC.  Y no la haría tan mal cuando los inspectores de la Policía, que estuvieron en el mitin, me pidieron mis notas, para completar la reseña, y así poder denunciar a uno de los oradores: don Alfonso de Figeroa y Melgar, Duque de Tovar, de Fuerza Nueva, quien en su intervención estuvo  tan agresivo que llamó “cara de cura” a Martín Villa, ministro de la Gobernación; “Gitano morrudo” a Felipe González; “lacayo de Rusia”  a Tierno Galván, alcalde de Madrid; “Cerdo” al ministro de Educación UCD; “Duque de Paracuellos” a Carrillo; “marxistas” a los periodistas, “idiota” al Gobierno, perjuró a su presidente,  “canallesca religión” a la democracia.  Ni las más altas magistraturas del Estado, se libraron de sus ofensas, se gritó ¡a las armas, ciudadanos! y se incitó al combate y a la guerra “por la Patria, el Pan y la Justicia”. Y la gente aplaudió a rabiar. Y añadía yo: ”Fue, en definitiva un estupendo mitin a favor de UCD” . Y es que en el amor, la guerra y la política casi todo vale. Pero no todo. Se condena abofetear a la mujer en el amor; asesinar a los indefensos en la guerra, y el insulto  procaz y barriobajero en política. Se descalifica quien dice, como el Duque de Tovar en aquel acto, que “levanta la pata y se mea en los periodistas”. El caso es que la Policía denunció al Duque de Tovar por injurias al jefe del Estado e incitación a la rebelión, y  yo tuve que declarar como testigo. El duque fue condenado. Así que creo que alguna razón tengo para rechazar los mítines, relegados a segundo plano por la televisión.