Los presos se suman
26/09/2011 - 00:00
El llamado Acuerdo de Guernika, firmado hace un año por los representantes políticos de la izquierda abertzale (distíngase de la derecha abertzale, encuadrada en el PNV) es en realidad un atajo para volver a sentarse con el Gobierno central. Ese sería para la banda terrorista y sus amigos políticos el premio al alto el fuego ("unilateral", "permanente" y "verificable") decretado también hace un año por estas fechas.
Este primer aniversario del alto el fuego reclamado en dicho Acuerdo ha servido para que el colectivo de presos etarras pusieran en circulación un comunicado en el que anuncian su decisión de sumarse a la letra y el espíritu del documento, de apuesta exclusiva por las vías políticas y renuncia a la "actividad armada".
La noticia fue glosada ampliamente este domingo en el Alberdi Eguna (Día del PNV), repicada en Gernika por un grupo de ex presos de ETA y comentada también por gobernantes, líderes y medios de comunicación a escala nacional.
O sea, que amén de reclamar el cese definitivo de la violencia, los presos de la banda suscriben las reclamaciones de sus dirigentes políticos preferidos. Entre otras, que el Gobierno español abra un proceso de "diálogo y negociación política para abordar en su integridad las causas y consecuencias del conflicto" que alumbre un escenario "sin vencedores ni vencidos".
Nada nuevo bajo el sol, como vemos. Seguimos a la espera del comunicado que anuncie el fin definitivo de la banda. El único que interesa. Ya pasó el tiempo de los agudos especialistas en descifrar estos ejercicios de redacción como si fueran rollos del Qum Ram. Son tan simples y previsibles como los rollitos de primavera. Sin necesidad de recurrir a ninguna clave de acceso, en manos de finos analistas, queda muy claro que ETA quiere volver a sentar al Gobierno de España en una mesa negociadora.
Y si para eso hace falta declarar una tregua "permanente y verificable", pues se declara.
Un año después, el comunicado de los presos reactiva esta inútil pretensión de ETA y sus amigos políticos (eso espero, que sea inútil y estéril) de conseguir por las buenas lo que no consiguieron por las malas. Sin embargo, sorprende la capacidad que tiene ETA y su entorno de retratarnos a todos, a quienes soñamos con el fin de la pesadilla porque lo deseamos y a quienes sueñan con el fin de la pesadilla porque lo temen.
Sólo debemos echar las campanas al vuelo cuando se nos anuncie el final de la banda terrorista. Correcto. Pero eso no impide dar por bueno cualquier paso en esa dirección. Este es el caso. Si los presos se suman a la decisión de hacer política sin asesinatos, sin terrorismo callejero y sin chantaje a los empresarios, miel sobre hojuelas. Por el hecho en sí. Asunto distinto es que a cambio quieran que el Estado se niegue a sí mismo en una nueva negociación. Ya hablaremos si insisten.