Los sindicatos tienen razón

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

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El comentario
Francisco Muro de Iscar / Periodista
Podía haber sido una reforma del mercado laboral y se ha quedado en otra de las habituales de este Gobierno: amagar y no dar, un paso adelante y dos atrás, marketing, palabras, ganar tiempo. No es de extrañar que Fernández Toxo, secretario general de Comisiones Obreras, haya dicho que “no sé si elecciones anticipadas o no, pero creo que estamos sin dirección política, económica y laboral y se necesita un cambio importante de Gobierno. El país tiene que tomar conciencia de que en estos momentos tenemos un grave problema: las políticas del Gobierno”. Tiene razón a medidas, tenemos dos problemas y en ambos hay un responsable, el Gobierno.
El primero, el más importante, es que tenemos un Gobierno que durante más de dos años ha estado negando la crisis y aprobando políticas equivocadas y despilfarradoras. El segundo, que las políticas que ahora ofrece, que son las que no le gustan a Toxo y que, además, vienen impuestas desde Europa, también son insuficientes para solucionar los graves problemas que tiene la economía y la sociedad española. ¿Dónde estaba Fernández Toxo los dos últimos años? Aplaudiendo a Zapatero y callando ante el problema de cuatro millones de parados y de uso serios déficits estructurales en lo económico, en lo financiero, en lo social, en lo educativo y en lo laboral. Los sindicatos que ahora se enfrentan al Gobierno son corresponsables con Zapatero de la crisis y parece que quieren ser responsables, también, de que no se adopten soluciones para crear empleo, no para frenar la destrucción del mismo. Ni en la forma jurídica de las medidas -un parche hoy, un debate legislativo después del verano y mucha incertidumbre en lo relativo al “despido objetivo”-; ni en el contenido -más dinero público para financiar los despidos privados, nada eficiente sobre la reforma de la negociación colectiva y ninguna idea innovadora-; ni en la incentivación del empleo -el INEM sigue siendo un inútil registro para desempleados y apenas interviene en el 2 por ciento de las contrataciones-, nada de lo aprobado permite pensar que estas medidas establecen las condiciones para que los empresarios y los autónomos puedan crear el empleo que España necesita.
¿Qué es lo que queda? Un despido más barato y un nuevo freno a la contratación temporal, que con sus problemas y excesos -que habría que vigilar y denunciar- es indispensable en muchas actividades empresariales intensivas. Faltan fórmulas innovadoras para facilitar la contratación de jóvenes, incentivos a las pymes, abrir sin miedo el mercado público de trabajo a las empresas privadas, rebajar las cotizaciones sociales... Un veinte por ciento de parados, casi cinco millones, y sólo tratamos de salvar el expediente ante Europa. Van a tener razón los sindicatos en que esta reforma es mala. Y vamos a tener razón los que pensamos, cada vez más, que o los sindicatos cambian radicalmente o habrá que limitar lo que les permite criticar los cambios sin renunciar a ninguno de sus privilegios ni comprometerse seriamente y de una vez en proponer y apoyar medida que sirvan para crear empleo.