Los terroristas prepararon el atentado en menos de doce horas
01/10/2010 - 09:45
No hay precedentes conocidos: ETA preparó el atentado de este jueves contra la Universidad de Navarra en menos de doce horas. Los mandos de la lucha antiterrorista coinciden en que el ataque contra el campus es la respuesta apresurada de la banda a la captura el martes del nuevo comando Nafarroa y que el objetivo es demostrar su «supuesta fortaleza» ahora que su debilidad empieza a ser notoria.
Sobre la precipitación de este atentado tampoco hay dudas: el Peugeot 307 blanco, propiedad de una vecina de la localidad guipuzcoana de Zumaia, fue robado el miércoles por la noche en Zarautza, a unos 100 kilómetros de la universidad. La propietaria lo dejó aparcado y bien cerrado a las 20:30 horas y regresó a recogerlo tras la cena, a las 23:30 horas, momento en el que descubrió que se lo habían sustraído. Después, denunció el robo en la comisaría de la Ertzaintza.
Menos de doce horas después del robo (entre las 7:45 horas y las 8:30 horas) los terroristas estacionaron el coche cargado de explosivos en el aparcamiento del centro universitario. Los activistas, según fuentes de la investigación, llamaron a las 9:53 a la DYA de Vitoria (al menos una hora y media después de abandonar el turismo) desde un móvil comprado con documentación falsa, al que dio cobertura una antena de la provincia de Guipúzcoa, a donde habían vuelto tras abandonar Pamplona. Los servicios de Información creen que el comando que perpetró el atentado preparó contrarreloj el coche-bomba y tenía en su poder, desde antes de la caída del comando Nafarroa, el explosivo con el que cebó el coche. Los investigadores apuntan la posibilidad de que ese grupo posea un zulo en algún punto cercano a la costa, al oeste o al sur de San Sebastián y, por el momento, descartan que el explosivo llegara en las últimas horas desde Francia.
Comando intermintente
Todos los indicios en poder de las fuerzas de Seguridad señalan que ese grupo es el comando Guipúzcoa, que desde el verano de 2007 actúa de manera intermitente, según las necesidades de la banda. Los analistas de la Guardia Civil hablan desde hace tres meses de una «difusa estructura móvil» que se mueve a caballo entre el sur de Francia y Guipúzcoa, pero que tiene un radio de actuación más amplio.
Alguno de los grupos que integran ese nuevo complejo Donosti sería el autor del asesinato del ex concejal socialista de Mondragón Isaías Carrasco en vísperas de las elecciones generales. Los investigadores no descartan que el mismo talde perpetrara el atentado contra la Delegación de Defensa de Logroño el 9 de septiembre de 2007.
Esa estructura durmiente, que ETA despierta cada vez que necesita darle un respiro al comando Vizcaya que desde hace meses lleva el peso de la ofensiva terrorista, también estaría detrás de la colocación de las dos mochilas-bomba con quince kilos de explosivos que destrozaron los juzgados del pueblo guipuzcoano de Bergara el 8 de febrero de este año.
Los investigadores les atribuyen asimismo las dos pequeñas bombas que estallaron en un repetidor de Azpeitia el 30 de marzo; la cadena de artefactos el 1 de mayo contra sedes de Trabajo en San Sebastián y Arrigorriaga; los dos ataques de mayo y junio contra empresas de construcción de Hernani y Zarautz; el atentado contra las obras de la A-8 en Orio y el ataque contra el Palacio de Justicia de Tolosa el 4 de octubre.
Los analistas del Ministerio del Interior dan por seguro que la cúpula de ETA ordenó a este grupo el martes o el miércoles de esta semana, horas después de la captura de los cuatro terroristas del comando Nafarroa, perpetrar de inmediato un atentado simbólico en la comunidad foral. Un ataque de los que en el argot policial se denominan «de oportunidad»: una bomba contra cualquier objetivo notorio que se pueda golpear sin peligro y sin necesidad de realizar una información previa, como era la universidad del Opus Dei.
La pretensión de ETA sería demostrar fortaleza en Navarra, la comunidad que se ha convertido en obsesión recurrente y en la que desde hace cinco años no logra establecer una infraestructura estable.
Menos de doce horas después del robo (entre las 7:45 horas y las 8:30 horas) los terroristas estacionaron el coche cargado de explosivos en el aparcamiento del centro universitario. Los activistas, según fuentes de la investigación, llamaron a las 9:53 a la DYA de Vitoria (al menos una hora y media después de abandonar el turismo) desde un móvil comprado con documentación falsa, al que dio cobertura una antena de la provincia de Guipúzcoa, a donde habían vuelto tras abandonar Pamplona. Los servicios de Información creen que el comando que perpetró el atentado preparó contrarreloj el coche-bomba y tenía en su poder, desde antes de la caída del comando Nafarroa, el explosivo con el que cebó el coche. Los investigadores apuntan la posibilidad de que ese grupo posea un zulo en algún punto cercano a la costa, al oeste o al sur de San Sebastián y, por el momento, descartan que el explosivo llegara en las últimas horas desde Francia.
Comando intermintente
Todos los indicios en poder de las fuerzas de Seguridad señalan que ese grupo es el comando Guipúzcoa, que desde el verano de 2007 actúa de manera intermitente, según las necesidades de la banda. Los analistas de la Guardia Civil hablan desde hace tres meses de una «difusa estructura móvil» que se mueve a caballo entre el sur de Francia y Guipúzcoa, pero que tiene un radio de actuación más amplio.
Alguno de los grupos que integran ese nuevo complejo Donosti sería el autor del asesinato del ex concejal socialista de Mondragón Isaías Carrasco en vísperas de las elecciones generales. Los investigadores no descartan que el mismo talde perpetrara el atentado contra la Delegación de Defensa de Logroño el 9 de septiembre de 2007.
Esa estructura durmiente, que ETA despierta cada vez que necesita darle un respiro al comando Vizcaya que desde hace meses lleva el peso de la ofensiva terrorista, también estaría detrás de la colocación de las dos mochilas-bomba con quince kilos de explosivos que destrozaron los juzgados del pueblo guipuzcoano de Bergara el 8 de febrero de este año.
Los investigadores les atribuyen asimismo las dos pequeñas bombas que estallaron en un repetidor de Azpeitia el 30 de marzo; la cadena de artefactos el 1 de mayo contra sedes de Trabajo en San Sebastián y Arrigorriaga; los dos ataques de mayo y junio contra empresas de construcción de Hernani y Zarautz; el atentado contra las obras de la A-8 en Orio y el ataque contra el Palacio de Justicia de Tolosa el 4 de octubre.
Los analistas del Ministerio del Interior dan por seguro que la cúpula de ETA ordenó a este grupo el martes o el miércoles de esta semana, horas después de la captura de los cuatro terroristas del comando Nafarroa, perpetrar de inmediato un atentado simbólico en la comunidad foral. Un ataque de los que en el argot policial se denominan «de oportunidad»: una bomba contra cualquier objetivo notorio que se pueda golpear sin peligro y sin necesidad de realizar una información previa, como era la universidad del Opus Dei.
La pretensión de ETA sería demostrar fortaleza en Navarra, la comunidad que se ha convertido en obsesión recurrente y en la que desde hace cinco años no logra establecer una infraestructura estable.