Los transgénicos y el principio de precaución

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Cartas al director
JESÚS RECUERO SANTOS Diputado Provincial de Izquierda Unida responsable del Área de Recursos Sostenibles
España camina de distinta forma que países como Francia, Austria, Alemania e Italia, entre una larga y reconocida relación de muchos otros, que se posicionan para prohibir o, al menos, establecer moratorias con los denominados Organismos Modificados Genéticamente, conocidos coloquialmente como transgénicos.

Resulta, por tanto, sospechoso que el Gobierno de nuestro país no coloque, al menos, en tela de juicio el discurso de poderosas multinacionales que no se distinguen, precisamente, por otros motivos que no sean los de buscar los beneficios de las cuentas de resultados anuales. Las organizaciones agrarias, ecologistas y de consumo se encuentran indefensas ante las agresivas campañas de estas multinacionales. Más aún, las iniciativas de quienes emprendieron el camino de la agricultura ecológica están desarmadas por quedar a expensas de la contaminación de estos productos que invalidan su producción. Las 76.000 hectáreas de maíz transgénico de la multinacional Monsanto que se cultivan en España constituyen una amenaza para la agricultura y la ganadería ecológica. Una lectura de los países arriba mencionados, como precavidos ante los transgénicos, viene a coincidir -curiosamente- con aquellos que miman su producción de productos ecológicos que, también casualmente, son fuente de exportación hacia los países permisivos con los transgénicos donde cubre una demanda cada vez mayor de productos ecológicos. Transcurrido ya más de un decenio de la llegada de cultivos energéticos, ha quedado demostrada la falsedad del discurso que esgrimieron estas multinacionales. Ni se consigue mayor rendimiento en la producción de alimentos, ni se ahorran recursos (abonos, energía, agua…), ni se ha avanzado en atajar las hambrunas de millones de personas en el planeta.

Por otro lado, el cultivo de transgénicos es el peor enemigo de la biodiversidad al sustituir y desplazar las semillas autóctonas ancestrales, utilizadas de forma tradicional en estos lugares que ahora son invadidos por estas semillas modificadas con fines inconfesables.

Izquierda Unida, con sus propuestas presentadas en diversos ámbitos de la sociedad española, apuesta por una producción agrícola basada en las variedades locales que son las que aportan mayor riqueza tanto a sus cultivadores, de forma directa, como al conjunto de la sociedad al evitar los efectos negativos que produce el cultivo de transgénicos.
Así mismo, sería deseable que el Gobierno de España fuera permeable al conjunto de demandas de la sociedad, expresadas en esta semana de lucha contra los transgénicos, por entidades sociales de amplio espectro, y se posicionara, como otros gobiernos de la Unión Europea, contra el cultivo de transgénicos en nuestro país.