Los viejos oficios

22/02/2013 - 00:00 Pedro Villaverde Embid

 
 
 
  Tal vez no sea ni mucho menos absurdo plantearse a estas alturas de la crisis y sin atisbar el final, volver a nuestra casa del pueblo a llevar una vida con muchos menos gastos cotidianos que en la ciudad y comer de lo que den las colmenas, el huerto, cuatro gallinas y un pequeño rebaño, además de matar el cerdo y hacer los chorizos para tener reservas en la despensa. El desempleo crece sin parar y lo peor de todo es que la gente que de verdad quiere trabajar no tiene oportunidad alguna, aunque esté dispuesta a hacerlo en lo que sea. Cuentan los más mayores que hasta en la posguerra siempre había trabajo aunque fuese descargando camiones o en lo que fuera, y son muchos los casos que todos conocemos de hombres que trabajaban en varios sitios para poder alimentar a las entonces familias numerosas que se tenían y eso sin estado de bienestar, aunque también se caían menos los anillos que ahora. El problema hoy es que ni queriendo se puede encontrar ocupación. Aquí cobran fuerza los viejos oficios como el de la ganadería o la agricultura que fue la base de supervivencia de la provincia décadas atrás.
 
  La Feria de las Mercaderías, conocida hasta ahora como la feria de San Matías, que este fin de semana tiene lugar en Tendilla, nos devuelve al mundo rural, en especial con la gran novedad de la feria del ganado autóctono donde se expondrán y venderán ejemplares de numerosas razas en peligro de extinción y se podrá conocer mejor lo que representan y aportan, gracias a las explicaciones que ofrecerán miembros de las asociaciones que las engloban. En el minizoo capitalino también han nacido días pasados algunos ejemplares de especies en peligro de extinción. Se trata de conservar nuestro patrimonio animal, pero también de abrir nuevas vías de negocio o autoempleo. La Fundación Amigos de las Abejas ayuda, por su parte, a quienes se decidan a explotar sus propias colmenas. No es que los pueblos vayan de nuevo a llenarse de gente, que conllevaría la apertura de escuelas rurales y otros servicios, pero tal vez la crisis pueda servir para revitalizar su antigua vida, para volver un poco al pasado, ahora, además viviendo en casas con las comodidades de la ciudad. No deja de ser una alternativa. El lugar hoy de descanso, residencia habitual. Desde el cielo nuestros antepasados se alegrarían..