Los vuelcos políticos

06/03/2011 - 17:51 José Luis Gómez

 
La democracia en España y en sus comunidades está más viva de lo que parece y no depara victorias eternas ni consolida feudos imbatibles; en contra incluso de tópicos como los que señalan que Andalucía es del PSOE, Galicia del PP, Cataluña de CiU o Euskadi del PNV. Porque todo eso es en parte cierto, pero admite muchos matices, cuando no rectificaciones: la más evidente de todas, la catalana, tras la alternancia en la Generalitat protagonizada en su día por Pasqual Maragall, del PSC, partido que en Cataluña ya ganaba habitualmente las generales. Un pequeño ejercicio de geografía electoral nos ayuda a comprender qué sucede hoy con las aspiraciones de cada autonomía, a sabiendas de que todo cambia y todo fluye. A estas alturas sabemos que la reiteración de procesos electorales en España, durante más de un cuarto de siglo, permite constatar fuertes sesgos geográficos y de tendencias localizadas muy claras, sin que nada sea irreversible en ninguna parte. Hubo vuelcos en Cataluña pero también en el País Vasco y en Galicia --de ida y de vuelta--, y ahora todo el mundo habla del cambio en Andalucía, donde siempre ganó el PSOE. Echando mano de una imagen futbolística, diríamos que España electoralmente es del Madrid y del Barça. Y que también hay un sentimiento de simpatía hacia equipos de la tierra. En otras palabras: en las elecciones generales en Cataluña suele ganar el PSC, pero hasta las autonómicas de 2003 CiU se imponía como partido de gobierno de la Generalitat, algo que ha vuelto a suceder. El patrón general que dibuja la gráfica electoral española es la propensión al bipartidismo PP-PSOE, con una alternancia cíclica que parece querer confirmar que el poder no sólo desgasta, sino que lo hace cada vez más pronto: de los catorce años de Gobierno de Felipe González, a los ocho liderados por José María Aznar, aunque éste tiene la disculpa de que no defendía la candidatura. El proyecto de González se consumió por escándalos como Filesa o los GAL, el que presentó Mariano Rajoy siguiendo el libro de Aznar lo lastraron su apoyo a la guerra de Irak y los atentados del 14-M en Madrid. Los ciudadanos, como afirmó Rodríguez Zapatero cuando hacía oposición, prestan el voto, no lo regalan para siempre. Para que luego digan que no sabe de lo que habla.