Malos
Con toda seguridad, Putin pensará que está haciendo el bien a su país y a sus ciudadanos. También los nazis o los bolcheviques estaban convencidos de estar llevando a cabo un proyecto elevado.
No conozco a nadie que piense que es malo, pero sí a muchos que creen que lo son los demás. La literatura y el cine necesitan de villanos que contrasten con los héroes, de oscuridad que permita subrayar la luz. El papel de malo es fundamental y cuanto más malo sea, mejor. Darth Vader o Hannibal Lecter reconcentran la maldad más extrema, sirviéndonos de comparación negativa. Dicen los expertos que es normal sentir atracción por el malo de las películas ya que nos permite explorar el lado oscuro que todos tenemos con la tranquilidad de sabernos en la ficción, pero en la vida real nadie quiere serlo.
Con toda seguridad, Putin pensará que está haciendo el bien a su país y a sus ciudadanos. También los nazis o los bolcheviques estaban convencidos de estar llevando a cabo un proyecto elevado, de muy positivos efectos sociales, de conducir a la humanidad a un paraíso en la tierra. Dictadores que justifican sus actos por el bien de su pueblo, estafadores y ladrones que se amparan en el bien de su familia, criminales que actúan por el bien de los suyos… sobran ejemplos de quienes hacen y han hecho el mal a la vez que son capaces de disculpar su acción sin pestañear siquiera. Y es que el mundo no se divide, como nos advierte Pablo Malo, psiquiatra y experto en psicología de la evolución, entre gente buena que hace cosas buenas y gente mala que hace cosas malas. Al contrario, las mayores atrocidades, las mayores maldades que se han realizado a lo largo de la historia, han sido cometidas por gente que se consideraba buena y que estaba convencida de estar haciendo el bien. Ello no quiere decir, sin embargo, que no exista el mal, todo lo contrario: hay categorías éticas que una vez superadas sólo permiten tal clasificación.
La gran ventaja de una persona mala es que, una vez reconocida, cabe anticipar cuál será su comportamiento. En política, por ejemplo, ámbito donde imperan la razón de Estado, el interés carente de ética y el resultado por encima de todo, un malvado puede ser controlado: sabemos que perjudicará a los demás para beneficiarse a sí mismo, lo cual genera un margen amplio de previsibilidad. Más peligroso puede ser, según Carlo Maria Cipolla, quien formuló esta idea en su Teoría de la Estupidez, un estúpido, ya que causará daño a otras personas sin obtener ninguna ganancia con ello o, peor aún, suponiéndole un claro perjuicio. En tiempos de dictadores malvados que nos rodean por todos los frentes, cuidémonos sobre todo de los gobernantes estúpidos, pues no hay mayor amenaza para la humanidad que la mezcla de idiotez y falta de ética en aquellos líderes que son responsables de la solución de nuestros problemas.