Manos Unidas

09/02/2013 - 00:00 Atilano Rodríguez

 
 
Los medios de comunicación nos ofrecen cada día noticias alarmantes sobre la realidad de desprecio, maltrato y marginación que tienen que soportar millones de mujeres en el mundo. Algunas de las causas de esta realidad, que humilla a la mujer hasta considerarla como mero objeto de explotación y consumo, son la falta de respeto a su dignidad, el trabajo no reconocido socialmente, el abandono por parte de sus maridos y la violencia física y sexual a la que se ven sometidas.
 
  A estas causas de marginación anteriormente señaladas, tendríamos que añadir las dificultades que tienen muchas mujeres para acceder a una adecuada formación y las limitaciones de sus derechos en la legislación de algunos países que, en vez de contemplar y proponer las relaciones hombre-mujer desde la comunión, la complementariedad y la colaboración mutua en el hogar familiar y en las relaciones sociales, las presentan desde el enfrentamiento, la división y el conflicto. Manos Unidas, organización de la Iglesia Católica, cuyo objetivo principal consiste en trabajar por el desarrollo integral de la persona, este año quiere ayudarnos a reflexionar y a tomar conciencia de las durísimas situaciones de marginación de la mujer en muchos países en vías de desarrollo, invitándonos a poner los medios adecuados para erradicar esta lacra social que ofende a la dignidad de la persona y que provoca divisiones y enfrentamientos entre los miembros de la única familia humana.
 
  Ante esta propuesta de los incansables voluntarios de Manos Unidas, además de pedir a Dios que transforme la dureza del corazón humano para que estemos siempre dispuestos a acoger al hermano como alguien que nos pertenece, todos tendríamos que hacer un esfuerzo por conocer un poco mejor la hondura de estos problemas con el fin de aportar nuestro granito de arena a la solución de los mismos. El hecho de que estas graves situaciones de desprecio a la dignidad de la mujer tengan lugar lejos de nosotros, no puede dejarnos insensibles ni puede eximirnos de nuestra responsabilidad. Al constatar las dificultades objetivas que experimentan tantas mujeres en distintos lugares de la tierra para salir de la situación de marginación, abandono y olvido en que se encuentran, todos deberíamos plantearnos la forma de colaborar con alguno de los proyectos impulsados por Manos Unidas en la diócesis.
 
   Estos proyectos, especialmente pensados para solucionar las causas de la marginación, están orientados a la formación de niños, jóvenes y adultos con el fin de hacer posible en el futuro la consecución de unas relaciones de fraternidad, de respeto mutuo y de colaboración entre hombres y mujeres. De este modo sería posible llegar a la complementariedad y al intercambio de los dones y talentos que el Señor concede a cada ser humano para el bien común de la sociedad. Que el Señor nos conceda a todos la dicha de seguir trabajando por la implantación de la verdad, del amor y de la justicia en el seno de la sociedad para que, de este modo, tanto los hombres como las mujeres sintamos el gozo de colaborar a la construcción de un mundo más humano y fraterno, reconociéndonos todos hijos de un mismo Padre e iguales en dignidad..