Mascotas
El número de perros en España (9,5 millones) ya dobla al de niños de hasta 9 años. En los hoteles del País Vasco los admiten por norma como huéspedes
En 1975 los corresponsales en EE. UU se explayaron en crónicas glosando con gracejo la idea de un tal Gary Dahl, que vendía piedras como mascotas. Me obsequió una Ymelda, compañera colombiana-californiana de facultad, que malusé hasta que se desportilló cascando algunas nueces de Mochales más duras que un risco.
Contaba el “inventor” y rápido multimillonario que se le encendió la bombilla tras el debate en un bar donde todos exponían los inconvenientes de tener una mascota: sacarla a pasear, pagar cuidados veterinarios, gastar parte del sueldo en pienso, no poder irse de vacaciones sin pensar con quién dejar al animal…
Estos motivos animaron a Dahl a pensar que una piedra pintada, con su correspondiente manual de instrucciones, sería la mejor mascota, puesto que todos los problemas quedaban solucionados. La “mascota perfecta”, Pet Rock, vendida a tres euros la unidad, se convirtió en regalo estrella de aquella Navidad. Llegó a facturar cuatro millones de dólares, hasta que el negocio redondo se descacharró al surgir imitadores por doquier. Carecía de patente.
Hoy sería impensable, un disparate, intentar tan burdamente la sustitución de los 29 millones de mascotas censadas en España por un canto o guijarro pintarrajeado, aunque sea tan reputado como los de la Yunta, Aragoncillo o Rueda de la Sierra. El amor a los animales de compañía de carne y hueso, a veces casi materno/conyugal, es multibeneficioso y mueve montañas. Aparte de representar un negocio milmillonario en alimentación, atavíos, juguetes, guarderías, seguros y otros requisitos de la polémica ley de Bienestar Animal.
El número de perros en España (9,5 millones) ya dobla al de niños de hasta 9 años. En los hoteles del País Vasco los admiten por norma como huéspedes. Una empresa de Jerez les organiza cumples con ‘gorros, tartas y cócteles’. En Canadá se plantea crear espacios para mascotas en las empresas. Son las nuevas criaturas.