Masectomía

02/02/2011 - 00:00 Rafael Torres

 
En las antípodas de quienes se dedican a amargarle la vida al prójimo, pero en el mismo mundo, se hallan algunos empecinados en hacérsela más llevadera. En Túnez y en Egipto éstos son, según vemos, muchísimos, toda esa gente que sale a la calle, sin distinción de clase, sexo, edad, oficio, credo o ideología, con el desesperado propósito de alumbrar una realidad mejor para todos, pero en el lado de acá del Mediterráneo, el mar común, son muchos menos. Están, bien que en escaso número proporcional como queda dicho, los buenos humoristas, los bomberos, los maestros sensibles, instruidos y pacientes, los periodistas que buscan la verdad y desvelan los abusos y las injusticias, los que escuchan a sus semejantes, los que cuidan a los más débiles de ellos sin esperar recompensa alguna, los que los sanan, los que escriben, componen, esculpen, pintan, manufacturan o idean obras hermosas y útiles para el disfrute de cualquiera, el padre y la madre amantes, el cortés, el hospitalario, el decente, el puntual, el educado..., y desde luego, el investigador que se deja las pestañas en el microscopio intentando hallar remedios contra el dolor y los padecimientos de la gente. En Cataluña, por lo visto y para orgullo de todos los españoles, florecen, al parecer, éstos últimos. Sea consecuencia de una mayor inversión en ciencia, o de lo que sea, lo cierto es que de Cataluña llegan, sobre el particular, noticias espectaculares: una nueva técnica de reconstrucción mamaria instantánea que, al realizarse en el mismo acto quirúrgico de la masectomía, evita a la paciente el trauma de la amputación del seno intervenido. Esa cirugía cura, como si dijéramos, el cuerpo y el alma de una sola tacada. Medicina pura. De Barcelona llegan también ecos sobre el fármaco que podría constituirse en la tan ansiada vacuna contra el VIH, y que, de entrada, evitaría la medicación de por vida. De este lado del mar, pues, también hay tunecinos y egipcios de la vida. No son muchos, pero con su talento, con su trabajo y con su amor (sin amor no hay nada) contribuyen a restaurar el sueño, que andaba hecho añicos, de un mundo mejor. En el otro lado de la balanza está ese otro drama que termina por sumir a los estudiantes en la desesperanza. Ese 43 por ciento de paro juvenil que lleva camino de convertirse en endémico si no lo atajamos rápidamente. Ahora nuestros hijos, los que se han formado mejor, las mejores cabezas y talentos tienen que emigrar y buscarse la vida fuera si quieren iniciar su vida profesional. No sé si a eso se le debe llamar fuga de cerebros, pero en realidad es lo que es. El "vente a Alemania Paco" de nuestra época se puede llamar "véngase a Alemania Don Francisco", pero el resultado es igual de desolador. Se van no porque quieran, sino porque aquí en su país no ven futuro y la educación que han recibido no ha sido para ellos en su tierra de origen la mejor arma de futuro. ¡Que horror!