Mayno, el pintor de la Navidad
Desde que supe de la personalidad de Juan Bautista Mayno, en Pastrana, su pueblo natal, cada año su memoria se pasea por mi mente representada en imágenes fantásticas.
El lento correr de los días nos viene a recordar cada año las mismas cosas, como si éste o aquel motivo hubiesen quedado por reseña inamovible en las hojas del calendario. Cuando llegan estas fechas, acuden a la mente una serie de ideas que, por lo general, cada año se repiten. Cuando llegan estas fechas acuden a la mente un montón de ideas, que por lo general se repiten.
Desde que supe de la personalidad de Juan Bautista Mayno, en Pastrana, su pueblo natal, cada año su memoria se pasea por mi mente representada en imágenes fantásticas, inmejorables, de fama universal; obra de un pintor de esta tierra, al que por razones de justicia conviene sacar a la luz alguna vez, y nunca mejor que cuando llegan estas fechas, cuya repercusión en las Bellas Artes, tantas veces y con diversos motivos hemos visto aparecer en la obra de los más importantes artistas de los últimos siglos, en cuya nómina, creo que injustamente olvidado, figura el más insigne de los pintores que, salvo mejor opinión, ha dado esta tierra, y cuya obra aparece repartida en los grandes museos. Permíteme, amigo lector, que tome de mi libro “Diccionario de Guadalajara” la reseña que dedico a este pintor, un nombre para la Historia y orgullo de la Alcarria:
“MAYNO, Juan Bautista: Pintor del Siglo de Oro nacido en Pastrana en el mes de octubre de 1581. Su madre, Ana de Castro, era hija de la villa alcarreña en la que él nació. Juan Bautista Mayno tomó hábito de la Orden de Dominicos en 1613. Maestro de pintura del príncipe Felipe, antes de que aquel llegase a ser el rey Felipe IV.
Fue discípulo del Greco, y murió en Madrid el 1 de abril de 1649. Son, quizás sus obras más conocidas los cuadros de “La adoración de los Magos” y “La adoración de los Pastores”, ambas en el Museo del Prado y en el de Balaguer respectivamente, que con otras que se guardan en los museos de Toledo y Huesca, compusieron el retablo mayor del convento de San Pedro Mártir de la ciudad de Toledo, donde Mayno fue fraile.