Medidas embarulladas

02/03/2011 - 00:00 Antonio Casado

      Una de las medidas incluidas en el plan de ahorro energético anunciado por el Gobierno en su reunión del pasado viernes, que puede materializarse en la del viernes que viene, es la rebaja del 5 por ciento en el precio de los billetes ferroviarios: cercanías y distancias medias. Unos días después hemos sabido que Cataluña y Madrid, dos de las autonomías con competencias en la materia, se niegan a aplicar una decisión que supone recorte de ingresos para las arcas públicas de la Comunidad.
  Tienen razón. Salvo que la rebaja en los billetes de tren disparase la demanda de ese transporte público, pues lo que se dejará de ingresar en cada billete se compensaría con mayor venta de billetes. Es la tesis del Gobierno, que pretende aumentar el uso del transporte público con el fin de ahorrar consumo de energía en el transporte privado. Pero, visto lo visto, esas dos comunidades autónomas, de enorme peso en el PIB nacional, no comparten ni de lejos ese planteamiento de Moncloa. No es eso lo peor.
   Lo peor es descubrir que, efectivamente, son alarmantes los indicios de que el Gobierno Zapatero ha vuelto a improvisar sobre la marcha, pues del malestar sobrevenido en Madrid y Cataluña es inevitable deducir que ambas supieron por los periódicos que en Madrid se tomaría una decisión que les afecta directamente. Una decisión relevante en materia de déficit público, una batalla en la que precisamente el Gobierno central ha pedido más rigor a las comunidades autónomas sin haber sido consultados. Así que del malestar de Cataluña y Madrid se deducen dos cosas. La primera, que el Gobierno ha improvisado esas medidas. La segunda, que son irrelevantes en orden al objetivo declarado de ahorrar en el consumo de energía. Nadie se cree que bajar el precio de los billetes de tren va traer consigo una significativa reducción en el uso del automóvil. Y, por otra parte, si el anuncio de esta medida concreta no se ha coordinado con estas dos administraciones interesadas cabe deducir que lo mismo ha ocurrido con el resto de las medidas. Eso me temo.
   Que son embarulladas, ineficaces, contradictorias y, por supuesto, muy mal explicadas. No parece que hubiese en España un estado de alarma ante un inminente peligro de desabastecimiento energético, como consecuencia de las revueltas en el mundo árabe de influencia islámica, de donde nos llega la mayor parte del petróleo y el gas que consumimos. Pero el Gobierno ha sobreactuado como si ese peligro nos amenazase de un día para otro. Seguramente sólo por autopersuasión de que algo había que hacer. Si constatamos el desconcierto de los ministros al explicarlo, sobre todo lo del límite de la velocidad máxima en carretera a 110 kilómetros por hora, y el malestar de la opinión pública ante unas medidas que no acaba de entender, estamos ante un nuevo tiro en el pie el Gobierno Zapatero.