Mejor Europa
Hay motivos para la indignación. Como dice Hartmut Kaelble en sus repetidas obras sobre los problemas de Europa, hemos creado unas instituciones llenas de funcionarios pero el ciudadano está menospreciado.
Hace unos años encontró mucha fortuna la conocida frase “más Europa” para referirse a la relación entre crecimiento geográfico y cuantitativo de Europa (con más Estados adheridos) con su perfeccionamiento cualitativo y social en derechos e instituciones. Pues bien, hoy abogamos por hablar de mejor Europa cambiando la cantidad por la calidad y pasando de la aritmética a la ética. Frente a la Europa de los Estados y de los mercados queremos una Europa de los valores. La Europa de los derechos. Estamos todavía en la fase de formación y construcción..
Pensado en Europa nos encontramos con tres perfiles de ciudadanos: los que no creen en Europa, los que dudan de Europa y los que apuestan por Europa. Quizá nos hayamos olvidado de otros grupos de ciudadanos pero que se incluyen en ellos. Están los que combaten con todas sus fuerzas la idea de una Europa unida. Están los que luchan por una Europa más fuerte dentro de un mundo globalizado. Y están los que creen que la vieja Europa tiene que renovarse y cambiar para seguir manteniendo el liderato del mundo y de la civilización que tuvo en otras épocas sin olvidar que a la situación actual se llegó después de una muy trágica experiencia de guerras en suelo europeo.
Hay motivos para la indignación. Como dice Hartmut Kaelble en sus repetidas obras sobre los problemas de Europa, hemos creado unas instituciones llenas de funcionarios pero el ciudadanos está menospreciado, olvidado. Por ello, no es de extrañar que haya un cierto voto de castigo, de revancha o, por lo menos, de europeo defraudado si no de indignado. Haya o no haya participación, ningún ciudadano quiere que Europa sea otra vez el escenario de contiendas y de bombardeos. Del aire no puede venir la solución. Y las explosiones tampoco son la solución. Pero de ninguna parte. Claro que hay enemigos de Europa que no quieren una Europa unida pero esos no están dentro del proyecto de la Unión. Europa tiene enemigos de fuera. Paradójicamente, los que no quieren una Europa unida quieren una Europa ocupada por otros de los que ellos son como el caballo de Troya. Entrad, parecen decir, para ocuparla, no para defenderla, para dominarla, no para integrarla. Nos parece muy bien que Europa sea distrito único a la hora de señalar los electores y las elecciones del Parlamento pues así se hace más patente la voz de los ciudadanos, aunque dé lugar al escepticismo y a la indiferencia. La acción y la disputa de los Estados, vendrá después, pues nadie quiere perder soberanía y que harán sombra incluso al Parlamento Europeo.
En Europa nadie pierde libertad. Es cierto que los peligro del populismo acechan igual que en las políticas nacionales peo hay más espejos donde mirarse y ello cambia la imagen y la percepción. Ahí es donde se comprueba lo que siempre hemos defendido que los populismos son un nacionalismo mal entendido. Sistemas autoritarios y nacionalistas no caben en Europa aunque nadie excluye que los populismos no sean regímenes autoritarios.