Menos es nada
25/01/2011 - 00:00
Descafeinada, sí, pero al menos sus señorías han sido capaces de consensuar una ley que ponga coto a las descargas ilegales en la Red.
Resulta sorprendente la poca consideración y aprecio de los políticos para con la cultura. Porque cultura son los libros, ya sean de texto, novelas o poesía; cultura es la música, películas, obras de teatro, que se colgaban en la Red sin el permiso, ni retribución, a sus autores. En realidad, los políticos no se atrevían a promulgar ninguna ley que acabara con la impunidad de los ladrones virtuales, temerosos de quedarse sin su voto, y, sobre todo, porque parece que lo moderno, lo super guay, es estar a bien con todos los que dejan vagar su existencia a lo largo y ancho de la Red.
De manera que el nuestro es uno de los países donde más se han pisoteado los derechos de autor y de propiedad intelectual, y no ha sido hasta que ha llegado Angeles Sinde al Ministerio de Cultura, cuando se ha intentando defender los derechos de autor y de propiedad intelectual.
Supongo que el hecho de que la ministra pertenezca al mundo del cine le hace tener una sensibilidad especial ante el problema y de ahí su empeño en sacar una ley, que insisto ha quedado descafeinada, pero al fin y al cabo sirve para poner coto a los desmanes de quienes militan en el gratis total.
Al final, la ministra ha logrado convencer a populares y convergentes para que negociaran y acabaran dando luz verde a una ley más que necesaria. Y es que quienes defienden el gratis total se olvidan de que detrás de una obra, la que sea, un libro, un disco, una película, etc., hay un autor o autores que tienen derecho a que se retribuya su trabajo y a que se reconozca su propiedad sobre su obra. Que se haya tardado años en lograr ese consenso para aprobar una ley de sentido común demuestra como el pensamiento débil ha impregnado nuestra sociedad.
Internet es un espacio de libertad, cierto, pero no debe de ser un espacio de impunidad. Lo que no se puede hacer en la vida real no se debe de poder hacer en la Red. Si no se puede robar en una librería, no se debe de poder descargar gratis total un libro en Internet, o un disco, o una película, tanto da.
Los políticos deberían enterarse de que detrás de los libros, de los discos, de las películas, de las obras de teatro, etc., hay muchas personas trabajando y que de no poner coto al gratis total esas personas terminarán engrosando las listas del paro. Porque la gente es tan simple que detrás de un libro sólo ve al autor, olvidándose del editor, diseñadores, publicistas, comerciales, distribuidores, almacenistas, etc, etc, etc, es decir, de miles de personas que forman parte de la industria del libro. Lo mismo vale para la música o el cine. Pero es que, además, la pretensión de algunos de que los autores están para divertirles gratis es de una desvergüenza insólita.
En fin, ya tenemos ley, la Ley Sinde, y más vale está ley que nada.