Mentiras

31/08/2024 - 10:54 Jesús de Andrés

Rusia, una vez más, es presa de sus mentiras, esas que forman parte del ADN de sus gobernantes. 

Después de más de 900 días de guerra, desde que Rusia intentara sin éxito invadir Ucrania en su totalidad, Kiev resiste. Lo que iba a ser una operación especial de tres días se ha convertido en un conflicto aparentemente estancado de una duración, de momento, semejante a la que tuvo nuestra guerra civil. El segundo ejército del mundo ha demostrado que no es lo mismo presumir que luchar, que en el campo de batalla sólo se atiende a los hechos, no a la imagen, la fama o el prestigio. Rusia, una vez más, es presa de sus mentiras, esas que forman parte del ADN de sus gobernantes. La Unión Soviética cayó por una mezcla de ilegitimidad e ineficacia, derivada esta última de una elaboración de datos totalmente ficticia, de unas estadísticas falsas que, como los mapas mendaces, llevaron las naves contra las rocas. La planificación, sustentada en los planes quinquenales, era una ficción que adoptaba formas ridículas en cuanto a su pretendido cumplimiento. Nadie cumplía nada, pero la información era perfecta. “Hacemos como que trabajamos y ellos hacen como que nos pagan”, decía el dicho común. “Decimos que todo va bien sabiendo que es mentira”. En esas siguen, en hacer creer que sus barcos, sus tanques y sus aviones son la vanguardia tecnológica. En realidad, su flota, lo que queda de ella, se encuentra oculta o en el fondo del mar Negro. Sus aviones tienen grandes dificultades para sobrevolar territorio ucraniano ya que eso les supone ponerse a tiro. Y sus tanques, ay sus tanques, son viejos trastos de los años cincuenta, sesenta y setenta, que ya invadieron Hungría y Checoslovaquia, recuperados para esta guerra. 

Según han transcurrido los meses, el arsenal ruso, cuya doctrina militar siempre ha sido la de primar la cantidad, avasallar con hordas de soldados y artillería, ha ido menguando. Son cientos los carros de combate, miles las piezas artilleras destruidas. Rusia tiene un gran fondo de armario, pero no es infinito, y empieza a notarse. Cada vez son mayores sus carencias, su incapacidad de cumplir sus amenazas, su impotencia ante la resistencia y fortaleza de un enemigo al que no supieron calibrar, ni a él ni a sus apoyos, en su justa medida. De aguantar unos meses más, Ucrania podría acabar con Rusia, pero ese es un escenario incierto ya que no depende de sí misma, sino del apoyo occidental. Putin apuesta todo en la toma de Pokrovsk, una ciudad que es nudo neurálgico, y Zelensky sale de la guerra de trincheras tomando la iniciativa ocupando territorio ruso. La desesperación es siempre una mala estrategia. Las espadas están en el aire. Ucrania somos todos.