Mercado y destino
01/10/2010 - 09:45
EL COMENTARIO
Teodoro alonso
La gente común seguimos con preocupación los recientes avatares de la crisis económica. Parece que fuerzas oscuras gobiernan nuestras vidas y que somos impotentes ante ellas. Son las fuerzas del Mercado, del Capital.
Esta situación me recuerda la que sufría la gente común en la ultima época helenística en Grecia. Después de siglos de confianza en la ciudad como marco de la vida política, de optimismo creador, de auge y expansión, llegaron otros tiempos de desconfianza e impotencia ante los poderes lejanos de los Imperios, ante fuerzas que les eran ajenas, implacables y ciegas. Ellos las identificaron con el Destino, la Necesidad, los Hados. La gente buscó refugio en una vida retirada y placentera ( los epicúreos) en la fortaleza y dignidad frente a la adversidad ( los estoicos), en la crítica lúcida y corrosiva, (cínicos), en el completo escepticismo (pirrónicos).
La modernidad comenzó con una gran confianza en que, aplicando la razón y el conocimiento riguroso a todos los problemas de la sociedad o de la naturaleza, poco a poco se irían solucionando y mejorando las condiciones de vida de los hombres en libertad, igualdad y fraternidad. Fue el gran sueño ilustrado todavía no realizado. Se ha aplicado con éxito en el terreno del conocimiento científico de la naturaleza y sus aplicaciones técnicas, pero en lo que toca a las instituciones humanas, la economía, la justicia, la educación o la igualdad, ese proyecto no se ha cumplido. A mí me sorprende cómo los economistas, presuntos científicos de la materia, confiesan su ignorancia y desconocimiento total del futuro inmediato, cómo los pedagogos estropean en vez de mejorar la educación, cómo la justicia es irracional y torpe en sus procedimientos, cómo la desigualdad es uno de los pilares del orden realmente existente.
Ante el fracaso de las instituciones humanas ¿No cabe ya la fuerza y la luz de la razón sino refugiarse en la vida individual lo más placentera posible, el conformismo pasivo, la desconfianza cínica en todo y en todos, el cómodo escepticismo?
Sostengo que, después de todo, hay indicios de que algo y aún mucho se puede y se debe hacer ante esta crisis. La iniciativa de los gobiernos, es un indicio de que ante las fuerzas ciegas e incontroladas del mercado prevalece la fuerza de la razón encarnada en el poder legítimo de los gobiernos representativos. Faltará por ver si además de garantizar el funcionamiento de la banca y con ello el crédito, son capaces de establecer nuevas reglas para que las finanzas no vuelvan a las andadas y está por ver si pagan los culpables que han desatado la crisis. Si triunfa la justicia y no sólo se salva el sistema.
Adam Smith escribió a propósito del capitalismo: es como una potente locomotora pero precisa unos raíles firmes para orientar su sentido e ir en la dirección correcta. Precisa de la legalidad de una leyes justas, equitativas y que se cumplan. Es lo que no ha ocurrido ahora.
La modernidad comenzó con una gran confianza en que, aplicando la razón y el conocimiento riguroso a todos los problemas de la sociedad o de la naturaleza, poco a poco se irían solucionando y mejorando las condiciones de vida de los hombres en libertad, igualdad y fraternidad. Fue el gran sueño ilustrado todavía no realizado. Se ha aplicado con éxito en el terreno del conocimiento científico de la naturaleza y sus aplicaciones técnicas, pero en lo que toca a las instituciones humanas, la economía, la justicia, la educación o la igualdad, ese proyecto no se ha cumplido. A mí me sorprende cómo los economistas, presuntos científicos de la materia, confiesan su ignorancia y desconocimiento total del futuro inmediato, cómo los pedagogos estropean en vez de mejorar la educación, cómo la justicia es irracional y torpe en sus procedimientos, cómo la desigualdad es uno de los pilares del orden realmente existente.
Ante el fracaso de las instituciones humanas ¿No cabe ya la fuerza y la luz de la razón sino refugiarse en la vida individual lo más placentera posible, el conformismo pasivo, la desconfianza cínica en todo y en todos, el cómodo escepticismo?
Sostengo que, después de todo, hay indicios de que algo y aún mucho se puede y se debe hacer ante esta crisis. La iniciativa de los gobiernos, es un indicio de que ante las fuerzas ciegas e incontroladas del mercado prevalece la fuerza de la razón encarnada en el poder legítimo de los gobiernos representativos. Faltará por ver si además de garantizar el funcionamiento de la banca y con ello el crédito, son capaces de establecer nuevas reglas para que las finanzas no vuelvan a las andadas y está por ver si pagan los culpables que han desatado la crisis. Si triunfa la justicia y no sólo se salva el sistema.
Adam Smith escribió a propósito del capitalismo: es como una potente locomotora pero precisa unos raíles firmes para orientar su sentido e ir en la dirección correcta. Precisa de la legalidad de una leyes justas, equitativas y que se cumplan. Es lo que no ha ocurrido ahora.