Miedo

17/10/2020 - 11:56 Marta Velasco

Temo que los radicales hayan venido para quedarse, que Europa se canse de nosotros, por pasotas y estúpidos, y acabemos arrastrados por el Covid y la mala administración.

Una buena amiga me ha contado confidencialmente que por culpa de los socios del Gobierno hace meses que no puede comulgar. Indago el motivo y su respuesta es coherente con su fe: “Les odio y les deseo lo peor”, dice contrita pero no confesa. Me río, aunque lo comprendo, participo de un sentimiento parecido, aunque carezco de esos escrúpulos religiosos, así que me puedo sentar en mi butaca frente al televisor y soltar un rosario de improperios cada vez que sale Iglesias con el moño, el careto de Rufián, Otegui dando lecciones de ética…  o llega Sánchez en el falcon con una pose de perrito piloto y cierra Madrid, aunque se haya escapado algún ministro y las medidas adoptadas sean prácticamente las mismas que aplicaba Ayuso.  No me fío de ellos, no les odio.  Me dan miedo, tanto miedo como el coronavirus o más.

Los que crecimos en la dictadura y conseguimos vivir con libertad y en democracia, somos bastante ingenuos, ganamos todo con la Transición y creemos que esta condena que ahora padecemos finalizará en una o, todo lo más, dos legislaturas, como mandan las leyes, y después votaremos a otros que quieran volver a la Constitución y al espíritu del 78. Sin embargo temo que los más radicales hayan venido para quedarse, que Europa se canse de nosotros, por pasotas y estúpidos, y acabemos arrasados por el covid, la soberbia y la mala administración.

La ministra que vive en Galapagar luce en Vanity Fair vestido Delfos, de Fortuny, y dice que es preciso repartir la riqueza. A mi todavía no me han repartido nada, pero veo que a ella ya le han dado lo suyo, sin otro mérito aparente que ser pareja de su jefe…es todo tan irracional que esta misma noche he soñado que iba a beber agua a la cocina y mi nevera había sido requisada por Maduro. De nada vale que, ya desvelada, corra a la tele a ver Mujer, la serie turca donde se sufre tanto, para distraerme de los disgustos que la política me proporciona, porque cuando vuelvo a la cama se me aparece Echenique y su voz tonante justo cuando me duermo. 

Ironizo por miedo sobre cosas serias como la incertidumbre, la injusticia, el abuso de poder, el separatismo. León Felipe no ironizaba en una situación distinta, pero con cierto paralelismo con esta: Este es el mundo del desgaje, de la desmembración y la discordia, de las separaciones enemigas, de las dicotomías incesables, el mundo del hachazo… ¡mi mundo! Dejadme trabajar. En este mundo nuestro el Rey Felipe VI es una isla de paz y ofrece una seguridad que ya no nos da nadie… ¡Viva el Rey!... 

En vista de tanta preocupación estos días solo he leído la prensa que habla de Nadal. Nadal nos da realidad, alegría y esperanza, Nadal es una luz en la oscuridad, Rafa Nadal hace que España entera se sienta unida y orgullosa, como si fuéramos mejores e invencibles. Es un enorme campeón.