Mientras esté entre nosotros
El PSOE de García Page no es la democracia cristiana manchega de los años 80 y 90, como lo fue el de Bono. Hoy es, a los efectos, una mezcla de socialdemocracia y tradición rural, de rojipardismo confuso que conjuga conservadurismo y derechos sociales, el partido nacionalista de Castilla-La Mancha.
Fue célebre la condescendencia llena de sorna con la que José Bono trató a Adolfo Suárez Illana cuando alguien en la calle Génova tuvo la brillante idea de enviárselo como sparring para las elecciones autonómicas de 2003. A él, que llevaba 5 mayorías absolutas. “Le deseo lo mejor en el tiempo que esté con nosotros”, dijo del candidato, cuyo único nexo con Castilla-La Mancha era estar casado con la hija de un ganadero de Albacete y haber participado en alguna novillada en la finca de su suegro. Ni a Berlanga y Azcona juntos se les hubiera ocurrido algo así. La paliza fue tal que el aspirante, al que los socialistas llamaban “señor Illana” en sus mítines, no llegó ni a tomar posesión de su escaño en Toledo. El cabreo en las filas del propio PP fue de órdago y hubo algún mandatario que calló, según dijo, por “no querer hacer leña del árbol caído”.
Bono, de formación jesuita, fue seguramente el más claro ejemplo de democracia cristiana que haya tenido España. A pesar de que se le veía venir de lejos, acrecentaba su imagen y sus apoyos con dosis cada vez mayores de populismo. Conocido era su viejo truco, cuando viajaba por la Comunidad, de preguntar la hora a quien no llevaba reloj para a continuación quitarse el suyo (uno barato para la ocasión, nada que ver con los que lleva ahora) y regalárselo al interpelado, sin que el paisano de turno, agradecido de por vida, supiera que era uno más de los obsequiados para seguir fidelizando votos. García-Page, amamantado por Bono, no ha tenido tantas facilidades. Son otros tiempos, aunque se esfuerza lo suyo. Su PSOE no es la democracia cristiana manchega de los años 80 y 90, como lo fue el de Bono. Hoy es, a los efectos, una mezcla de socialdemocracia y tradición rural, de rojipardismo confuso que conjuga conservadurismo y derechos sociales, el partido nacionalista de Castilla-La Mancha. Su imagen hojeando el libro de Ana Iris Simón, obra neorrancia de cabecera, resume su filosofía.
Cuando en el PP parecía que habían aprendido la lección, nos sorprenden de nuevo con unas listas electorales autonómicas que parecen hechas para perder, con la desgana de quien se desentiende de la victoria. Es de suponer que en Guadalajara harán como Rajoy o Ayuso y no irá su cabeza de lista a ningún debate. Bellido se debe estar relamiendo. Veo en las redes al candidato entrenando y compitiendo no en mítines sino en pruebas deportivas de lo más originales. Cuánto va a aprender mientras esté en política, “entre nosotros”. Pero es que, visto lo visto, a este paso se le va a poder decir lo mismo a Paco Núñez.