Alguien tendrá que explicarnos alguna vez cómo es posible que en el juego
asesino de la especulación veamos que un día todo se hunde, al siguiente parece
que se salva, luego que vuelve a hundirse, y las Bolsas que suben y bajan como
un tobogán, que empiezan la jornada subiendo, la terminan bajando. Sin saber de
verdad nadie a qué se debe todo eso, a qué intereses se sirve desde la caverna
especuladora, qué pintan los Gobiernos y las instituciones supranacionales, que
no hacen nada por evitar este caos y por fulminar a las agencias especuladoras y
a sus amos. Miles de millones de ciudadanos sufren en sus carnes los atropellos
de unos cuantos miles o a lo mejor ni siquiera tantos. En Londres, Birmingham o
Israel estallas las revueltas. A los Gobiernos no se les ocurre otra cosa que
reprimir incluso violentamente las revueltas populares. Que los Gobiernos
culpables y sus padrinos no se llamen a engaño: la ciudadanía no aguantará hasta
el infinito. En la Historia de la Humanidad se han conocido alzamientos y
revoluciones de todo tipo. ¿Por qué el siglo XXI sería una excepción?
Y por aquí, fastidiando al 15-M, el movimiento más ultrapacifista que se
recuerda, y prohibiendo cosas de las asociaciones de laicos y ateos, como si no
fueran hijos de Dios, oh cielos, se me ha escapado sin pensarlo, o exigiendo a
Zapatero el adelanto del adelanto electoral, como si los españoles fuésemos
imbéciles totales, o muchos comunicadores unciéndose al carro de los recelosos y
de los perseguidores de los grupos y las cosas que, como decía yo aquí el otro
día, son lo único o al menos lo más decente que nos queda en este pobre país, en
este pobre y desgraciado mundo, que tolera a los depredadores cuando está al
borde mismo de la catástrofe sideral. Unos nos quieren ayudar a despertarnos del
letargo y del falso nirvana, y otros los persiguen como si fuesen los de la
Memoria Histórica en el pueblecito abulense de Poyales del Hoyo, que encierra
otra historia para la que tendríamos que encontrar tiempo y espacio para
ocuparnos, también por la dignidad y el autorrespeto que nos debemos...