Mirando hacia Venezuela

04/02/2018 - 12:56 Manuel Ángel Puga

Hoy ya todo el mundo sabe porque el Gobierno de Maduro no pudo proporcionar al pueblo el pernil subvencionado porque debía 40 millones a la empresa Raporal.

o hace mucho recibí la revista MS (Misiones Salesianas). Confieso que se me encogió el corazón cuando leí lo que en ella se dice  sobre la dramática – por no decir trágica – situación que está viviendo la inmensa mayoría del pueblo venezolano. Es increíble que un país tan rico en recursos naturales (incluido el petróleo) se vea en la miseria por la ambición y pésima gestión de quienes lo gobiernan. Los misioneros salesianos que allí residen conocen muy bien esa situación y, con sus escasos medios, están tratando de ayudar a los más necesitados. Labor muy meritoria, pero a todas luces insuficiente.
    Las siguientes palabras ponen al descubierto esta triste realidad: “Cuesta creerlo – se afirma en la revista –, pero Venezuela se muere de hambre. Nadie lo diría después de conocer la riqueza que contiene, pero cuando la democracia se transforma en dictadura, cuando los políticos se aferran a sus cargos en medio de la corrupción y se enriquecen,… entonces resulta imposible vivir en paz y todo se convierte en una lucha por la supervivencia”. Angustiosa situación e imperdonable el proceder de quienes gobiernan en Venezuela.
    Según un reciente informe de Cáritas Venezuela, y que se cita en la revista MS, los índices de pobreza y desnutrición están aumentando de modo alarmante entre los niños y jóvenes. El 68% de los menores sufre déficit grave en su alimentación; el 35% padece desnutrición y el 32,5% está en riesgo de ello. “Cada día se ven más niños, jóvenes y personas mayores que buscan entre la basura algo que comer”, escribe un salesiano venezolano. Y mientras tanto los políticos populistas que gobiernan siguen traficando impunemente con el hambre del pueblo… ¿Hasta cuándo tanta injusticia social? ¿Hasta cuándo tanto atropello de los derechos más elementales del ser humano?
    Incluye la revista un comentario titulado Un pueblo que lucha, escrito por Luis Prieto, misionero salesiano en Venezuela. Dice lo siguiente: “Y todo esto no llegó espontáneamente, sino que es fruto de años de irresponsabilidad y de no pensar en el bien de todos, sino en el de unos pocos. Caímos en la trampa de confiar en el populismo que nos hacía grandes promesas”… ¡Ojalá que estas palabras sirvan para que España no caiga nunca en la misma trampa en que cayó Venezuela! El fiasco electoral sufrido hace poco en Cataluña demuestra que el pueblo ya se percató de cómo terminan las grandes promesas del populismo.
    Como es sabido, entre los meses de abril y julio del pasado año hubo graves disturbios en Venezuela, debidos a la falta de comida, de medicinas y de artículos de primera necesidad. Tales disturbios ocasionaron numerosos heridos y muertos por la extrema violencia de la policía. Pues bien, durante las pasadas fiestas de Navidad el Gobierno no pudo proporcionar el tradicional pernil (pata de cerdo curada) por lo que, temiendo que se repitieran los disturbios, se dieron rigurosas órdenes a las Fuerzas Armadas para que actuasen con la máxima contundencia contra el pueblo indefenso, como han divulgado los medios de comunicación. Hoy ya todo el mundo sabe que el Gobierno de Maduro no pudo proporcionar al pueblo el pernil subvencionado, porque estaba debiendo más de 40 millones de euros a la empresa portuguesa Raporal, exportadora de productos cárnicos y que era la encargada de proporcionar los perniles.
    Recientemente, el diario “La Razón” (18-I-2018) publicó un avance del informe de la ONG “Human Rights Watch”, en el cual se expone la crítica situación que atraviesan algunos países del mundo en los que no se respetan los derechos humanos. Así, denuncia el mencionado informe que en Venezuela ya no existe ninguna institución independiente que pueda vigilar la actuación del Poder Ejecutivo. Es más, se destaca que “Maduro ha reprimido el desacuerdo con mano dura durante las protestas en las calles, encarcelando a los opositores y juzgando civiles en tribunales militares”. Una de las penosas consecuencias de tal proceder es que numerosos venezolanos han decidido abandonar para siempre la tierra que les vio nacer. Esto es lo que hicieron, por ejemplo, miles y miles de venezolanos jubilados que huyeron a España y a los que, según han difundido los medios de comunicación, el Gobierno de Venezuela les niega ahora su legítima pensión. Algunos buscan ayuda en Cáritas y en Cruz Roja, otros han decidido suicidarse… Casi todos ellos habían creído en las grandes promesas del populismo. Un error que pagaron muy caro.