¿Muerte digna o vida digna?

23/11/2010 - 00:00 Fermín Bocos

En un momento de notable agobio político, el Gobierno anuncia un proyecto de Ley de cuidados paliativos y muerte digna que -según el decir del vicepresidente Rubalcaba- pretende garantizar el derecho de los enfermos terminales a tener una muerte digna. Morir sin dolor con el auxilio de los médicos. El ministro asegura que no es una ley de eutanasia. Sus críticos opinan que se aproxima. Discernir dónde se sitúa la raya entre paliar el dolor y provocar la muerte del enfermo , no es una cuestión baladí. Hay casos en los que los médicos no se ponen de acuerdo al establecer el concepto de "enfermo terminal". Factores como la edad o el deterioro de determinados órganos mientras otros siguen funcionado, puede inducir a un diagnóstico que la propia experiencia médica reconoce porque casos hay en la historia de la medicina de pacientes de avanzadísima edad que pese a padecer lesiones, en apariencia, incompatibles con la vida, tras una adecuada intervención médica, consiguieron sobrevivir. Frente a una ley como la que se anuncia lo pertinente sería abrir un debate sereno en el que los políticos cedieran la palabra a los médicos y éstos escucharan a los filósofos y demás sabios del lugar. En Europa hay países como Holanda dónde es legal la eutanasia, pero hay otros, como Francia dónde no está despenalizada. Hay ejemplos, pues, para todas las sensibilidades, aunque a mi modo de ver el afán debería decantarse a favor del concepto de vida frente al de muerte. Vida digna. Vida, mientras exista una mínima esperanza vital y recursos médicos para retenerla. Y que por encima de la opinión de los familiares del enfermo tenga peso su propia opinión y el diagnóstico de los médicos. Porque, una cosa es suprimir el dolor -que debe ser una constante-, y otra eliminar, sin más, al enfermo dado por irrecuperable . A veces, quien avala la decisión del enfermo se deja guiar por la compasión, pero hay otras influídas por el mezquino propósito de reducir gasto sanitario. Situación ésta que, por desgracia, está llena de ejemplos en la crónica hospitalaria europea del ultimo siglo. Más que por una "muerte digna " lo que tendría sentido es ponernos de acuerdo en una norma que respete al máximo el derecho a una vida digna. Entiendo por tal una norma que garantice que en todos los casos hay que luchar con todos los medios de la ciencia médica para intentar prolongar la vida del enfermo sin que sufra durante el empeño.