Muertos inmortales
En nuestros pueblos, cada vez más despoblados, todavía pervive la asistencia general, los cálidos apretones de manos, abrazos, besos y pésames de corazón de familiares y amigos.
Por estas fechas cuando se conmemora en el mundo cristiano el Día de Difuntos, los diarios y espacios televisivos se llenan de las paganoamericanas y grotescas fiestas de Halloween. Algunos escribimos desde el recuerdo de los que ya no están, para que el olvido no borre la memoria de seres queridos que han cruzado para siempre a la otra orilla del río de la vida.
Los muertos no tienen buena prensa. Hoy las televisiones explotan con espacios morbosos que venden si el difunto es famoso o ha perecido en circunstancias truculentas. Antes se limitaban a las páginas de sucesos, los obituarios y las famosas esquelas del ABC. Se decía que uno no era nadie si no aparecía en ellas.
Todavía se mantienen en algunos periódicos. Pero están de capa caída los funerales corpore insepulto, con misa, responso y réquiem a los acordes de Mozart. Se llevan más los espectáculos con frases triviales y calcadas ante los micrófonos en antesalas de tanatorios, antes de los paradójicos “entierros en la intimidad”.
En nuestros pueblos, cada vez más despoblados, todavía pervive la asistencia general, los cálidos apretones de manos, abrazos, besos y pésames de corazón de familiares y amigos. Y emocionadas palabras al final, antes del cierre del sacerdote, que tratan de evitar la caída en la niebla del olvido de los recuerdos de personas queridas que ya descansan en la paz perpetua.
En Villel de Mesa han abierto un tanatorio por iniciativa de su alcalde, Pedro Lozano, que se desvive por tener el pueblo a la última. Algo insólito por estos pagos. Lo inauguró la semana pasada, sin cámaras pero con duelo y cariño de verdad, Victoria Gutiérrez Mondragón de Mochales. Mujer de conversación larga, siempre risueña, detallista, campeona en sabiduría de la buena y generosidad. Una muerte muy sentida. Hemos perdido una persona de lo mejor del Valle.