Naturalmente lerdos

22/07/2016 - 16:47 Antonio Yagüe

Los chavales no conocen las aves, incluso aquellas con las que llevan conviviendo desde que han nacido. Laura Benítez, educadora de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) ha llegado a esta triste conclusión tras una investigación, dentro del programa Aves y Clima, en la que han participado 6.000 alumnos de 40 colegios de tres comunidades y cuatro provincias. Una de ellas, cuesta decirlo, es Guadalajara.

El objetivo era sobre todo educativo para compartir con los alumnos la fenología de las aves, es decir, la relación con el calendario, por ejemplo, de la llegada de las golondrinas, el canto del cuco, el silbido del autillo, o el apareamiento del gorrión. Pero pronto se dio cuenta de sus graves carencias, a pesar del variopinto perfil de los alumnos: desde colegios en pleno centro de la capital a agrupaciones rurales escolares de apenas seis alumnos por clase.

Laura preguntó por aves como el mirlo común, el gorrión común, la urraca, la golondrina común, la paloma torcaz, y la cigüeña blanca. Pero salvo la cigüeña y la paloma, que alrededor del 60%  de los chavales sí supieron su nombre, el resto de las aves eran un batiburrillo de nombres dichos al buen tuntún.

También indagó por los árboles de su propio entorno… y el mismo resultado. En este caso eran el plátano de sombra, el pino de cualquier especie, la encina, el castaño de indias… Y aquí el mejor parado fue el “pino”. “Ya no me preocupa tanto que no sepan el nombre, la punzada se hace notar en mi corazoncito al pensar que ni tan siquiera han reparado en ellas, sentados todas las tardes bajo su sombra, paseando a diario entre ellos, delante de sus ojos, y no las ven…”, lamenta la educadora.

No recuerdo cuándo, en mi pueblo o luego en ciudades, aprendí los nombres de los pájaros. Seguramente algunos antecedieron a los de muchas personas. Da miedo ver cómo, cada vez más, crecemos ajenos a la naturaleza, desconectados por completo de lo poquito natural que nos queda en las ciudades. No es ninguna tontuna conocer y respetar nuestro entorno, saber que formamos parte de él y que nos ofrece todo lo necesario para poder vivir.

Para estas generaciones el nombre de Félix Rodríguez de la Fuente debe sonarles a astronauta.