Navegar en el caos

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

EL COMENTARIO
ENRIQUE G.JORDÁ. Periodista
Definido el caos como un estado de confusión y desorden, nos estamos encontrando, día a día, sin pretenderlo, cada vez más inmersos en él. Ya, prácticamente está implantado en mayor o menor medida en todos los estamentos de la sociedad infestando sus poderes: ejecutivo, legislativo, judicial, mediático, administrativo, político...
Lo preocupante es que, los de siempre, los de a pie, es decir, la inmensa mayoría de ciudadanos que intentamos con nuestros defectos, pero también con nuestras virtudes, ser precisamente, eso, ciudadanos, no hayamos hecho nada para que la confusión y el desorden aparezcan en nuestras vidas venidos de afuera. ¡Ya tenemos bastante con ordenar nuestros problemas particulares!
Sin comerlo ni beberlo, paulatinamente nos hemos visto envueltos en una crisis o en varias, venidas desde distintos puntos, exteriores e interiores que nos están dañando de una manera contumaz hasta aniquilar nuestros mejores valores. Lo peor, el ambiente de caos, es decir, de confusión y desorden que impera allá donde uno escucha, lee o ve, a los que supuestamente son los responsables del desgraciado fenómeno intentando explicar motivos y soluciones. Como siempre, nadie asume culpas, craso error que define perfectamente la catadura de las personas.

El caos se ha producido en altas esferas de gestión que en vez de cumplir su remunerada obligación, que no es otra que la de gestionar para el bienestar general en todos los aspectos de la vida ciudadana, se han ido por otros derroteros en donde el lado oculto de los más bajos instintos prolifera y deteriora las mentes. Y aunque no consuele, esto ha venido sucediendo desde el principio de la civilización. Lo peor es que el deterioro y la mala gestión de los responsables, siempre salpica a los mismos.

Dicen los expertos que suele ser cíclico, pero yo me inclino a que tiene que ver más con la preparación intelectual y la calidad profesional, mezcladas con una excelente dosis de altruismo, que se espera tengan la clase dirigente política de cualquier signo y siglas. Cosa que en estos momentos y en general, deja mucho que desear.

Cuando uno empieza a oír expresiones de los altos administradores del gobierno utilizando terminología marinera, mal asunto. Frases alusivas al barco en el que navegamos todos, o a los remos, o al estado alterado de la mar, para intentar explicar la situación en la que nos encontramos, sugieren problemas. Esperemos, siguiendo la misma terminología, que si el barco hace aguas, haya lanchas salvavidas para todos. Aunque me temo, como siempre, que no las habrá.