Navidad que no lo parece
Lo dijo la supervicepresidenta del Gobierno, Soraya Saenz de Santamaría: con tanto trabajo se nos ha olvidado que estamos en Navidad. Tiene toda la razón. No creo que en lo que llevamos de democracia hayamos vivido una Navidad que parezca tan poco una Navidad. La investidura, el nuevo Gobierno, los primeros nombramientos y las brechas del PSOE apenas han dejado aliento para otra cosa que no sea el seguir de cerca la actualidad.
Pero si, estamos en Navidad. El común de los mortales, cuando estas líneas aparezcan, ya habremos superado la prueba de la cena del sábado, día 24 y ya mismo en revistas, reportajes y publicidades nos aconsejarán como salir del año 2011 con éxito; es decir, nos sugerirán que ropa ponernos, que cotillones a los que acudir a divertirse por obligación y como saldar la cena con el menor esfuerzo posible. En este punto, nada nuevo. Todos los años igual. Sin embargo esta es una Navidad que no lo parece sobre todo para quienes desde hace unos días tienen sobre sus espaldas la responsabilidad de sacar al país del atolladero y atonía en el que se encuentra. Entre plato y plato ultimarán sus equipos y antes de coger el móvil se lo pensaran dos veces porque nunca faltan amigos sobrevenidos como por arte de magia.
En esta Navidad que no lo parece, España inicia una nueva andadura con un nuevo Gobierno que en sus primeros días está viviendo la placidez de la general buena acogida. Son sus propios integrantes los primeros que saben que estas jornadas de vino y rosas son días contados. Tan contados que dan por descontado que comenzarán el año con las primeras críticas o reticencias, una vez que se conozcan las medidas que se van a adoptar el próximo día 30. Montoro habla de reformas que no de recortes y los más creemos que habrá reformas y que habrá recortes.
Como aún quedan unos días para llegar al 30 y aunque sólo sea a modo de terapia, concedámonos unos días de Navidad de manera que podamos ejercer una pizca de solidaridad con quienes menos tienen, escuchar en silencio un buen concierto, releer ese libro que guardamos y que en su día nos apasionó, hacer realidad esa cita pendiente desde hace meses. Acariciemos, en fin, estos últimos días del 2011 con la mirada puesta en el 2013 porque tengo para mi que en el 2012 nos vamos a enterar.