Ni ingenuos ni cínicos
31/01/2011 - 00:00
Los cínicos dicen que la política exterior no tiene alma, y eso es precisamente lo que han demostrado en los últimos días tanto la Unión Europea como institución como la mayoría de los miembros que la forman.
Silencio, sí, silencio temeroso ante la revolución popular en Túnez y Egipto. La diplomacia occidental se ha visto desbordada por los acontecimientos. Sus aliados, sus fieles aliados, Ben Alí y Mubarak, de repente han aparecido tal cual son: dos dictadores aborrecidos por sus pueblos, y esa imagen, esa realidad, ha enmudecido, y espero que avergonzado, si es que conocen lo que es la vergüenza, a los países de Occidente.
Ante lo inevitable, Francia y Alemania han decidido tomar ventaja y ponerse al lado de lo que pueda pasar, la UE va a continuar por esa senda, e incluso nuestro presidente, Rodríguez Zapatero, se ha atrevido a desear una transición pacifica en Túnez y Egipto. Pero hasta este pasado fin de semana nada, ni una palabra, la UE estaba a la expectativa, y eso que Estados Unidos ya estaba tomando posiciones en favor del cambio que se avecina.
Cualquiera que conozca Egipto o Túnez sabe de la frustración de las gentes de estos países, pero no solo, Jordania, Marruecos, Siria, Argelia... la gente está cansada de regímenes personalistas, dictaduras que les oprimen, aunque algunas sean un remedo de democracias.
La gente lo pasa mal mientras sus dirigentes se enriquecen cada día un poco más, y llega un momento en que resulta insoportable. Hace unos meses estuve en Egipto y en cualquier conversación terminaba aflorando ese cansancio hacia un régimen que sentían agotado, amen de la indignación que a los egipcios les producía que Mubarak intentara dejarles colocado a su hijo como sucesor.
En Túnez sucedía otro tanto de lo mismo, con la particularidad que allí hay miles de jóvenes bien preparados, occidentalizados por decirlo de alguna manera, y sin ninguna expectativa profesional por delante. Eran ollas de presión a punto de estallar, pero a la diplomacia occidental tanto le daba. Mientras los dictadores se manifiesten como amigos de Occidente, mientras defiendan nuestros intereses, tanto daba.
Da vergüenza que la Unión Europea se haya mantenido en silencio ante lo que está pasando. Da vergüenza que no haya sido capaz de dar los pasos necesarios para decir a los millones de desesperados que está con ellos, que va a apoyar transiciones pacíficas hacia la democracia.
En esta parte del mundo en la que vivimos nuestros gobiernos se deberían de replantear esa política exterior cínica que consiste en cerrar los ojos ante las dictaduras y atrocidades que se cometen en países que llamamos amigos porque sus gobernantes sirven a nuestros intereses. Lo que no vale para nosotros no vale para los demás, y si aquí defendemos nuestra democracia y libertad con uñas y dientes no es porque no podemos defenderla en el resto del mundo. Una cosa es no ser ingenuo y otra muy distinta ser un cínico, y la política exterior de la UE está basada sobre los cimientos del cinismo.
n trabajo, por lo visto, ni esa infame caridad, llámese Plan E o Ñ, les consuela.