Ni Parador, ni Subalterna
El Parador de Molina lleva camino de convertirse en un ente fantasmal en funciones.
El Parador de Molina de Aragón lleva camino de convertirse, como el Gobierno central, responsable de su ejecución, en un ente fantasmal en funciones. A la espera de que un nuevo Ejecutivo afronte el marrón. Lo cierto es que las obras no van más allá de excavaciones y moviciones de tierras de un sitio para otro, mientras llega el dinero de Madrid para ir levantando paredes e inaugurando solemnemente algo, eso sí, con muchas fotos, imágenes y personajes de la política.
El encallamiento de este fracaso reanunciado coincide, según se ha sabido, con el esfuerzo baldío de reabrir el hotel de la Subalterna como oferta turística de la ciudad. Al parecer, aunque ha estado cerca, ningún empresario de la comarca ha estado dispuesto a poner sobre la mesa los 150.000 euros durante diez años que requería la subasta del inmueble, propiedad del ayuntamiento.
Ubicado en un caserón del siglo XVI y antigua morada de los Molina, estaba concebido como un hotel con encanto con 15 habitaciones. Sólo cinco menos que el proyecto de parador, prometido hace un año por la entonces presidenta Dolores de Cospedal y el ministro de Industria y Turismo, José Manuel Soria, hoy alejado de la política, por quítame allá unos papeles de Panamá. Todavía resuenan las primeras palabras de su encendido discurso, con el que pretendía tapar la boca a sus antecesores por las promesas incumplidas: “Obras son amores…”
El ejecutivo de García-Page puede resucitar la Sulbalterna para conmemorar el vigésimo aniversario de su inauguración. La Junta, con su mentor político José Bono en el Palacio de Fuensalida, invirtió 140 de los 160 millones de pesetas que costó acondicionarla. De las arcas municipales han salido otros muchos sin lograr mantenerlo a flote el proyecto. Parece condenado a ser un palacio con fantasmas de medio pelo. Y la hostelería molinesa, clave del turismo, a sobrevivir gracias al esfuerzo de familias que sacan adelante sus pequeños negocios, principalmente en fines de semana, verano y periodos festivos.
Seguramente los futuros gobernantes seguirán dando largas al Parador. Si son de Podemos, tienen una ventaja. No necesitarán cambio de chaqueta, porque no la usan y además se ahorran tener que llevarla al tinte. Ni tendrán que comprarse varias y de varios colores, hasta coincidir con el suyo.