Ni sí, ni no
11/01/2011 - 00:00
"Decepción, incluso indiferencia, así es como partidos democráticos y la sociedad española han acogido el comunicado de ETA. Puede que sea un paso adelante el dado por la banda terrorista, pero como ha habido otras ocasiones en que parecía que daba ese paso, el anuncio sólo provoca escepticismo.
La realidad es que la política antiterrorista llevada a cabo en los últimos años ha logrado acorralar a ETA. También que la banda terrorista es ya un anacronismo sin sitio en el mundo del siglo XXI.
La petición de ETA de que intervengan mediadores internacionales para que verifiquen su "alto el fuego" también ha sido acogido con frialdad por parte de todos.
En realidad, no hay nada que verificar: si quieren dejar las armas que las dejen de una vez por todas. Lo que ETA tiene que saber es que lo que no puede imponer son condiciones. Es decir que la sociedad española no va admitir que a cambio de que deje las armas hay que pagarles un precio político porque eso sería una indignidad y una burla a las víctimas. De manera que lo único que le queda a ETA es efectivamente dejar las armas para siempre y a partir de ahí intentar que la sociedad española y los partidos democráticos quieran ser generosos con quienes hasta ahora han empuñado las armas, están en la cárcel o viven en la clandestinidad.
Hay quienes han acogido con cierto entusiasmo el comunicado de ETA queriendo ver novedades sustanciosas, mientras que la inmensa mayoría cree que es más de lo mismo. Pero en esta ocasión no se trata de ver la botella medio llena o medio vacía, es que después de tantas décadas de sufrimiento, de haber visto caer asesinados a tantos y tantos inocentes, de haber asistido a esa ceremonia permanente de violencia irracional, sencillamente la sociedad española está harta, ya no se cree nada y por tanto no le concede ninguna credibilidad a ETA.
Si de verdad la banda terrorista quiere dar un paso hacia su propio final, que lo dé, pero que no espere que sea la sociedad española la que mueva ficha, o por decirlo claramente: la sociedad no va a permitir que se les dé ninguna concesión política.
Eso sí, es de esperar que nadie quiera sacar rédito político si es que ETA llega a desaparecer. La izquierda abertzale tendrá que pasar su propio via crucis hasta resultar creíble. En cuanto a los partidos democráticos es de esperar que mantengan la unidad de acción y de opinión y que nadie se quiera poner medallas, porque, la verdad sea dicha, ETA está descontada de la realidad. Y hoy no hay otra realidad que el azote de la crisis económica y los casi cinco millones de parados.