Ni un leproso en Trillo

10/08/2019 - 18:40 Luis Monje Ciruelo

No quiero dejar de destacar la fama negativa que alcanzó Trillo por la leprosería que funcionó muchos años en el hoy Balneario de Carlos III.

Salir por ahí en estos tiempos de sequía, como hice yo el último “finde” no resulta demasiado agradable  por la sequía que entristece los campos. Pero siempre hay algo nuevo que conocer. Terminada la recolección en su primera fase, o sea la siega, los rastrojos cerealistas se  muestran correctamente “rapados” por las cosechadoras, que en más de un cebadal de escasa mies, se habrán visto apuradas para segarlo sin llevarse de paso los terrones. Precisamente porque de antemano sabía la situación de los campos por la falta de agua elegí una ruta que no se caracteriza por la sequedad de su ambiente, me refiero a Cifuentes y Trillo, localidades  que merecen ser más conocidas turísticamente por su abundancia de agua, sobre todo Trillo, hoy libre de leprosos.

En Cifuentes ya lo denuncia su nombre: Cienfuentes, que probablemente sean más. Solo para asomarse a la Balsa  merece la pena el viaje para ver como en sus aguas las truchas, más que nadar parecen volar. Y no quiero entrar en la descripción  del río Cifuentes que forman estos manantiales y que baja dando saltos y formando cascadas  a lo largo de unos quince kilómetros para morir en las aguas del Tajo en una última cascada frente al puente. Bien tratan de aprovechar los trillanos el remanso en que se une ambos ríos creando un espectáculo que en ninguna otra parte, al no tener río, sería imposible. Me refiero a las “Vacas en el Tajo “en el que los jóvenes muestran sus aficiones taurinas utilizando sus habilidades natatorias . Sobre todo de Trillo. No es suficientemente conocida la belleza de su entorno  con el frondoso arbolado que crea el  Tajo.

Y no quiero terminar sin destacar que la fama negativa que alcanzó Trillo por la leprosería que funcionó muchos años en el hoy Balneario de Carlos III, Y debe ser olvidada, porque ese sanatorio leprológico que llegó a acoger hasta cuatrocientos enfermos cuando esta bíblica enfermedad conservaba su terrible aureola de incurable y muy contagiosa hace años que no existe. La vieja leprosería hoy es un hotel de cuatro estrellas, junto al río, a dos kilómetros de Trillo, muy solicitado pos clientes. Y no me extrañaría que los pabellones en desuso, por falta de enfermos, en pleno bosque, a tres kilómetros de Trillo, y uno de la carretera de Azañón terminaran siendo un campamento juvenil veraniego con el río a su costado. Ni en Cifuentes ni en Trillo la sequedad es un problema.